martes, 8 de diciembre de 2015

                                      Hace 30 años, el Mundo conoció a 
                                      los GlobeTrotters de La Paternal
   
                                           


    El extenso periplo hacia el Imperio del Sol Naciente pretendía constituirse en el corolario de un ciclo apoteósico, inédito en la historia del hijo dilecto del barrio de La paternal. En el período comprendido entre 1984 y 1985, Argentinos Juniors no sólo se había coronado bicampeón a nivel local -nunca antes había obtenido siquiera un Campeonato de Liga AFA- , sino asimismo adjudicado por primera vez la Copa Libertadores, en la que, por caso, había eliminado en semifinales a Independiente, entonces vigente campeón continental y mundial, y a América de Cali en la instancia culminante, en definición por penales, al cabo de tres encendidos cotejos (1).
     Pese al tenor encomiable de sus logros, el Bicho no dejaba de ser considerado un equipo chico, austero en lo que a popularidad respecta, lo que en teoría lo relegaba de la posibilidad de conquistar la Copa Intercontinental. En cambio, tal honor -decían- le correspondería fácilmente a su adversario: el opulento Juventus de Michel Platinisu máxima figura, así como de la Selección de Francia ganadora de la Eurocopa '84-; Gaetano Scirea -fallecido prematuramente en un accidente automovilístico- y Antonio Cabrini, prolíficos baluartes de la defensa de la Vecchia Signora entre el primer lustro de la década de 1970 y 1980, al tiempo que integrantes de la Italia campeona del Mundo en España '82; Michael Laudrup, ascendente atacante danés, de destacada labor en México '86; y el tosco pero efectivo centrodelantero Aldo Serena, mundialista de la Squadra Azzurra en dos oportunidades consecutivas; que había accedido a enfrentarse con Argentinos tras acreditarse la Champions League, aunque en luctuosas circunstancias, habida cuenta del desencadenamiento del episodio conocido como La Tragedia de Heysel (2).
    No obstante la modestia que en la víspera del cotejo  se le atribuía en comparación con su poderoso contricante, el conjunto de La Paternal sabía que no se había llegado hasta el lejano Japón para limitarse a ejercer el rol de partenaire. A los descollantes valores surgidos de su cantera -denominada El Semillero del Mundo (3)- como Adrián Domenech, Claudio Borghi y Sergio Batista, los dos últimos campeones mundiales en México, se le acoplaban futbolistas experimentados de la talla de Jorge Mario Olguín, referente de la zaga central del combinado albiceleste que se consagrara como anfitrión en la Copa del Mundo de 1978; Juan José López, talentoso volante derecho que cosechara siete títulos en el plano doméstico en los once años en que brillantemente se desempeñara en River, institución en la que fuera contemporáneo de Emilio Nicolás Commisso y José Luis Pavoni; y José Antonio Castro, tan peligroso al encarar por el wing derecho como espontáneo para efectuar declaraciones filosas.                         ¿Quién era el responsable del equipo? De ningún modo, un mero continuador de la obra que iniciara Angel Amadeo Labruna, obligado a renunciar a su cargo a mediados de 1983, merced al precario estado de salud que poco después le depararía la muerte (4). Tampoco un improvisado reemplazante de Roberto Marcos Saporiti, bajo cuya conducción Argentinos alcanzó el Torneo Metropolitano 1984...
  En su trayectoria como entrenador, a José Yudica bien se lo puede calificar de hacedor de milagros; antes, durante y después de su primer paso por el Bicho (5). De su admirable palmarés sobresalen
 hitos como el primer campeonato conseguido por Quilmes en la Era Profesional (Metropolitano 1978), el retorno de San Lorenzo a la máxima categoría del fútbol argentino (1982) y la vuelta olímpica que a posteriori pegaría Newells al erigirse como el mejor cuadro de la temporada 1987/ 1988. Entre tamaños lauros, por supuesto, median la obtención del Nacional y la Copa Libertadores en 1985 ya con Argentinos, progresiva y necesaria escalada hacia el objetivo final que lo había trasladado hacia el continente asiático.

                                 


  De carácter distante -hombre de pocas pulgas, que le dicen-, el Piojo, quien jamás se permitió tutear a sus dirigidos, se sentía, sin embargo, plenamente familiarizado con la causa. Se atrevió, inclusive, a garantizar públicamente la superioridad de su elenco, a la par que relativizó la valía del adversario: "Me da la impresión que esta gente está  segura de que nos van a golear...Y me parece que se van a llevar una gran desilusión". Y añadió: "Sí, es cierto que le reconozco méritos de su experiencia, que es mayor que la nuestra, y de la seguridad para concretar las situaciones propicias; pero sigo creyendo que nosotros somos mejor equipo."
  Por el lado de Juventus, el único que parecía reconocer abiertamente la trascendencia del compromiso a dirimirse el domingo 8 de diciembre de 1985 era Platini. "Nadie duda de que en Europa y en Sudamérica se está el mejor fútbol del mundo. Yo respeto mucho a los jugadores argentinos no sólo porque tienen una gran técnica, sino porque triunfan en el Calcio",  manifestó en la previa el astro francés, al tiempo que remarcó la particular importancia del trofeo en disputa para el conjunto turinés, que si bien "ya ganó todos los títulos posibles, éste es el único que nos falta".
  Agotado el tiempo de los dichos, comenzaba a vislumbrarse en el campo de juego lo que se insistía en rotularse como un choque de estilos diametralmente opuestos. Líbero y stópper vs marcación en zona. Pragmatismo y mecanización vs improvisación y técnica individual. Superioridad física y atlética vs La nuestra (6). En esencia, un típico enfrentamiento futbolístico entre un equipo europeo y otro sudamericano.



                                                   Vender cara la derrota


                                                  

   Juntos a la par. Así como habían compartido la concentración en el mismo hotel, el Tokyo Prince, los equipos de Argentinos y Juventus ingresaron a la verde gramilla en simultáneo. Acto seguido de haber posado al borde del rectángulo de juego flanqueados por la bandera de Japón, las alineaciones titulares de uno y otro cuadro se dispusieron a efectuar los acostumbrados movimientos precompetitivos, mientras los capitanes, Adrián Domenech y Gaetano Scirea, acudían al sorteo de rigor. El lateral izquierdo del club de La Paternal escogió el saque, tras lo que por fin el árbitro alemán Volker Roth ordenó el comienzo del encuentro.
   Desde el arranque nomás, la iniciativa perteneció a los Bichos Colorados. A ese respecto, Carmelo Villalba sirvió a los 2' 30" un lateral sobre la derecha en busca de José Castro. El Pepe, inteligentemente, juntó las marcas de Cabrini y Sergio Brio, cedió a Claudio Borghi, quien habilitó a un Emilio Commisso lanzado en velocidad ya dentro del área rival, aunque Scirea, con un atinado cruce sobre su costado izquierdo, envió la pelota al córner. Cuando los jugadores de la Juve -e incluso los de Argentinos- esperaban el centro, Borghi reanudó el juego con un magistral remate con el borde externo de su botín derecho, que podría haber redundado en gol olímpico si el arquero Stefano Tacconi no hubiese manoteado el balón con sumo esfuerzo por encima del travesaño.
   Tan sólo 1' 30" más tarde, Carlos Ereros le quitó al oriundo de San Marino, Massimo Bonini, cerca del área grande de Argentinos, lo vio cerca del círculo central al Bichi, quien en una equilibrada combinación de talento, velocidad y potencia, enhebró una brillante maniobra individual en la que eludió sucesivamente a Scirea, Lionello Manfredonia y Brio. Este último, en una prueba de brillante recuperación, alcanzó a Borghi cuando la estrella del conjunto de La Paternal se aprestaba a resolver ante Tacconi y mandó el esférico al tiro de esquina, el segundo en menos de 5'.

                                         


   Sobre los 10' del primer tiempo, la supremacía de Argentinos se insinuaba evidente. Fiel a su esencia de jugar con el balón a ras del piso, los dirigidos por Yudica edificaron una jugada de pura cepa, al salir tocando desde el fondo con Jorge Mario Olguín, quien cedió pasado el mediojuego a Sergio Daniel Batista. El Checho prolongó con Mario Hernán Videla, el que procuró de emboquillada la entrada de Ereros, no obstante Tacconi neutralizara la magnífica maniobra -de un área a la otra sin que mediase intervención alguna de los futbolistas de la escuadra italiana- apuntalado por Luciano Favero.
   Inmediatamente, José Luis Pavoni intentó infructuosamente una jugada de similar factura, tras lo que perdió el balón en mitad del campo y posibilitó una milimétrico pelotazo cruzado de Platini en procura de Michael Laudrup, quien apareado por Olguín, cedió atrás a Massimo Mauro. Este la devolvió al área de Argentinos hacia la posición de la revelación danesa, pero se interpuso peligrosamente en su camino la pierna derecha de Batista, con lo que el delantero cayó aparatosamente. Los calciatores de la Vecchia Signora en pleno protestaron enérgica aunque más vanamente, pues Roth no sancionó penal.
   Llegado el ecuador del tramo inicial, Juventus  apenas si había arrimado cierto peligro a la valla custodiada por Vidalle. El equipo de Giovanni Trapattoni confiaba excesivamente en el potente cabezazo de Aldo Serena, quien si bien prevalecía en el duelo aéreo que libraba con la zaga de Argentinos, especialmente con Pavoni, no generaba llegadas francas, a excepción de una habilitación por abajo a los 21' al punto penal del área de los de La Paternal en busca de Platini, que el atentó Vidallé conjuró sin mayores dificultades.
  A esa aproximación se sumó 4' después una joyita del propio número diez francés, quien tras desairar en una baldosa a Batista y Commisso, obligó a Pavoni a cometerle infracción a cinco metros del área grande, casi en línea paralela al arco de Argentinos. El defectuoso remate de Cabrini, tras rebotar en Olguín, se perdió por la raya de fondo.
  Sobre la media hora de juego, se produjo la situación de gol más clara para Juventus, en efecto la última que tendría en los primeros 45'. Boninni anticipó a Ereros -a falta de real peso ofensivo, generoso para colaborar en la marca-, se proyectó por el andarivel derecho para ceder a Platini, quien tras amagar el pase interior, desairó de manera consecutiva a Batista, Domenech y Olguín; juntó a sus tres perseguidores, quebró la cintura en dos ocasiones y consiguió sacar un tenue disparo que se perdió por el segundo palo de Vidallé, que seguía de cerca la trayectoria del balón.

                                                   

  Subsanado el efímero asedio, Argentinos dominó -como en el principio- el trámite del cotejo en los últimos 15'. A los 31', un planchazo de Serena sobre Batista que mereció la amonestación, promovió un intento individual de Borghi que fue contrarrestado por Favero cuando se tornaba inevitable el mano a mano con Tacconi con un rechazo largo que encontró en el círculo central a un adelantado Olguín. El segundo marcador central, ex Independiente y San Lorenzo, cedió a Domenech, quien sombrerito mediante, lo vio por izquierda a Videla. El Panza lanzó la estocada habilitando el pique de Ereros, quien tras ganar la espalda de Scirea, enfrentó la salida de Tacconi, desairado por el centro atrás del wing izquierdo en dirección a Castro, no obstante lo cual el Pepe, encimado por Cabrini, no pudo definir producto del providencial despeje a cualquier parte de Brio.
  En el umbral del intervalo, Argentinos contó con una nueva chance de gol, por falta de Cabrini a Castro, en una de las pocas oportunidades en que hasta ese momento el puntero derecho pudo imponerse al campeón mundial en España '82. El centro desde la derecha a cargo de Villalba buscó por arriba el cabezazo de Batista, a quien Roth le atribuyó una inexistente carga sobre Tacconi que alivió a los jugadores del Juventus, conscientes del predominio del adversario vestido con casaca y pantalón rojos, con vivos blancos, que merecía la victoria -aunque más no fuera- por la mínima diferencia.
  Con todo, el inicio del complemento le deparó un susto mayúsculo al cuadro de Yudica. Cuando se jugaba menos de 1', un rechazo largo de Scirea halló la posición de Serena, quien tras ganarle en las alturas a Pavoni, ¿habilitó? a Laudrup. El danés encaró a Vidallé, lo eludió y la empujó al arco vacío.Gol....invalidado correctamente por Roth por posición adelantada, pese a que el asistente japonés Shizuo Takada corriera hacia el centro del campo, con lo se descontaba que este último había interpretado lícita la culminación de la maniobra. Finalmente, primó la voluntad del referee alemán, por mucho que reclamasen los futbolistas del club europeo.
  Recién a los 8', Argentinos edificó su primera llegada de relevancia. Borghi recuperó una pelota sobre el extremo izquierdo del mediocampo, tocó corto para Commisso; éste, a su vez, extiendió hacia la derecha para la proyección de Villalba, quien intuyendo la falta de coordinación de la retaguardia adversaria para provocar el offside habilitó al Pepe Castro, cuyo centro fue interrumpido intencionalmente por la mano derecha largamente extendida de Manfredonia.¿El árbitro? Bien, gracias. Escudado  en la famosa ley no escrita de compensación, cobró tiro de esquina...
  De todas maneras, a los de La Paternal sólo les bastó 2' para establecer justicia de motu proprio. Tras anticiparse cerca del círculo central  a la intervención de Serena, Olguín pasó al ataque no sin antes ceder a Videla. El volante derecho la empaló con exactitud para la veloz entrada de Ereros, quien entre Favero y Manfredini definió con categoría por sobre la salida de Tacconi. Era el inobjetable 1-0 para Argentinos, sustentado en la superioridad que había insinuado en el desarrollo del cotejo y -¿por qué no?- por penales ignorados ex profeso (2 a 1 en favor de los europeos).
  Los de la Asociación Atlética no consideraron ni remotamente la posibilidad de enfriar el juego. A los 12', la presión ejercida sobre el oponente habría podido derivar en la ampliación del favorable score si no fuera por la ficticia falta en perjuicio de Scirea que sancionó Roth cuando Borghi le había ganado la posición legítimamente para dirigirse inexorablemente hacia la valla defendida por Tacconi.

                                       


  Más aún. Pared entre Castro y Borghi, luego de lo que el Bichi -quien tomó en sentido literal aquella recomendación que le hiciera el entonces presidente  Raúl Alfonsín, al despedir al plantel de Argentinos previo vuelo hacia Japón, de que "había que mejorar"- gambeteó a Cabrini, Scirea y Brio, en una maniobra típica de potrero criollo, con objeto de abrir hacia la izquierda en búsqueda de Ereros antes de que Bonini pudiese desacomodarlo. El mendocino ingresó al área y, por lo bajo, habilitó a Castro, quien apostado en el área chica, aunque en posición dudosa, batió la resistencia de Tacconi. Para el vacilante árbitro, el Pepe incurrió en fuera de juego. Claro que ante la duda...en fin.
  Justo en el pasaje del encuentro en que el equipo de La Paternal amenazaba con consolidar definitivamente su predominio, Juventus decretó la igualdad transitoria. Fue a los 18', producto de un pelotazo cruzado de derecha a izquierda de Platini en dirección a Serena que sobró a Olguín, quien promovió un contacto leve con el atacante italiano, suficiente para que éste perdiese la vertical y Roth dictaminara la pena máxima. El talentoso volante galo resolvió sencillamente: cruzó el remate al palo izquierdo de Vidallé, quien se jugó en sentido contrario.
  A partir de allí, la gravitación de Platini -la figura del encuentro junto con Borghi- no hizo sino potenciarse. Apenas 4' más tarde, de una recuperación suya en el medio juego -Batista se dejó primerear ingenuamente- se generó un peligroso contragolpe, matizado parcialmente por un apurado cruce de Pavoni sobre la franja izquierda, que envió al tiro de esquina. Del centro desde la derecha, efectuado por Mauro, el francés usufructuó un rechazo corto del Chivo, tras lo que levantó el balón ante la presencia de aquél, y sin dejar caer el balón, lo empalmó de media vuelta allá arriba, lejos del alcance de Vidalle. Tremendo golazo del número diez de los de Turín, válido incluso para Roth. Sin embargo, en esta ocasión, el árbitro le otorgó entidad al parecer del juez de línea nipón, quien había levantado su bandera por offside de Brio, totalmente pasivo, pues éste, si bien adelantado, no había intervenido jamás en la jugada. Ni siquiera había obstaculizado la visión de Vidallé. En resumidas cuentas, la primera vez en que Argentinos resultó beneficiado por un fallo de este pésimo referee.

                                           


  Cuando parecía que Juventus había nivelado el desarrollo del encuentro, no sólo en el tanteador, Argentinos logró vulnerar la valla rival por segunda vez. Sobre los 30', un nuevo anticipo de Olguín -en esta oportunidad, lo sufrió Mauro- derivó en dirección a Videla, quien centralizó en procura de Borghi. El máximo valor de los Bichos Colorados habilitó la entrada de Castro, que tras ganarle en la carrera a Cabrini -capitán del conjunto itálico por lesión de Scirea, reemplazado por Stefano Pioli- por el lado de afuera, la cruzó al palo derecho del estático Tacconi, ante la desazón de Platini y el resto de sus desorientados compañeros.
   La siguiente jugada polémica se desató sólo 8' después, en virtud de una infracción de Serena sobre Pavoni que para el inepto árbitro teutón fue exactamente a la inversa. De ahí, el defectuoso despeje por partida doble del fondo de Argentinos capitalizado por Laudrup, quien picó al vacío magníficamente asistido por Platini, eludió largo a Vidallé y -cayéndose-, desde una posición incómoda, la mandó a la red.

                                       


   Que no hubiera elaborado situaciones de franco peligro luego de la paridad impuesta por Juventus, no equivalía a aseverar que Argentinos - tal como reza una legendario adagio del tablón- había firmado el empate. De hecho, sobre el epílogo de la segunda etapa, se arrimó en la medida de sus posibilidades al arco de Tacconi con un remate de media distancia de Batista a los 40,' que pasó cerca del primer palo del portero italiano; así como 3' más tarde, Castro pretendió colocar de derecha a izquierda un buscapié, fácilmente contenido por el mismo arquero; para finalizar casi a los 45' con un intento del Checho de cabeza que saltó antes de tiempo, no sin antes el balón atravesara el área de punta a punta. Sólo así el juez selló la conclusión de los 90' reglamentarios, en los que el resultado moral favoreció indiscutiblemente a Argentinos, para dejar su lugar al alargue, a disputarse en dos mitades de 15' cada una.
   Ya al 1' de la prórroga, Juventus pretendió marcar la cancha. Un tiro libre efectuado por Cabrini desde la izquierda, al corazón del área de Argentinos, buscó el testazo salvador de Serena, quien anuló el intento al serle sancionada jugada peligrosa por pierna levantada con riesgo al físico del contricante, lo que suscitó un leve careo entre el corpulento centrodelantero italiano y Vidallé. A su vez, disconforme con la invalidación de la jugada, Platini, en un rapto de irascibilidad, arrojó el balón a la tribuna, en una acción temeraria que podría haberle costado algo más que una simple amonestación.
   Sobre los 5', el Guaso Domenech salió jugando desde el fondo a puro vigor, arrolló a Platini, tras lo que el esférico le quedó a Ereros y el mendocino puso el pase al claro en sentido favorable a la velocidad de Castro, quien recostado sobre la derecha hizo la pausa necesaria para la llegada de un compañero, aunque Cabrini adivinó su intención y cortó la progresión de la maniobra cediendo al tiro de esquina. Fue la jugada más clara de Argentinos en ese lapso, mezquino en comparación con lo que sucediera en el resto del partido, pero algo previsible pues el quedo coincidió con la merma física de su jugador más descollante, Claudio Borghi, visiblemente sentido en su pierna derecha.

                                       


     A poco de cumplirse los primeros 15', el Checho Batista amagó el retroceso apareado por Platini y Briaschi, quienes compraron el engaño. El volante central se la dejó a Videla, de notable cambio de frente en procura del convaleciente Borghi, quien tras enganchar ante Brio, cedió en corto a Ereros. Inexplicablemente, el puntero izquierdo, cómodamente apostado en el punto penal pifió el remate, con lo que el balón salió por el fondo.
   Luego del cambio de campo, en el que no medió descanso, ocurrió la primera llegada de la Juve, producto de una infructuosa pared de Batista y Videla que provocó el inevitable foul de Pavoni a 10 metros del área de Argentinos, en paralelo a la valla de Vidallé. Sin dilación, Platini se la tocó a Cabrini, cuyo potente zurdazo pegó en la barrera, antes de ganar altura y pasar cerca de los dominios del guardameta que iniciara su trayectoria en Boca.
   A esa aproximación le siguió una habilitación de Brio a Cabrini, quien como una locomotora tomó velocidad para deshacerse fácilmente de Villalba y cuando ya había penetrado largamente el área del club de La Paternal se zambulló infantilmente en la inminencia del cierre de Olguín. Una simulación que no habría embaucado ni al más incapaz de los árbitros.
   Argentinos tardó 10' en producir una llegada de cierto peligro a la valla de su oponente. Y no por inferioridad física -de hecho, al menos en este dilatado duelo, los europeos no manifestaron prestaciones atléticas superiores a las del equipo dirigido por Yudica como se suponía en la víspera-, sino que fue el único tramo del encuentro en que el cuadro italiano había sido superior en el juego. Una incursión ofensiva de Domenech por el andarivel izquierdo provocó la infracción de Brio. Videla envió el centro con el objetivo puesto en Batista, aunque éste fue anticipado parcialmente, tras lo que sobrevino un débil remate de Castro que Tacconi contuvo de manera sencilla.
    Apenas 2' después, el arquero italiano voleó alto, fuerte y lejos, con lo que encontró la cabeza de Serena, quien -una vez más- le ganó a Pavoni y -sin que la pelota entrase en contacto con el suelo en ningún momento- Platini, apareado por Olguín, le entró mordido al balón sin mayores consecuencias para el arco de Vidallé.
    La verdad es que, pese a que en el global había sido superado por Argentinos, Juventus aparentó terminar el prolongadísimo desafío mejor que su adversario. Cerca del ocaso del segundo tiempo del alargue, un enésimo centro a la olla peinado por...sí, Aldo Serena, recayó sobre la posición de Platini, quien algo incómodo y acechado por Vidallé, no tuvo más alternativa que salir del área. El número uno de los Bichos Colorados, pese a tocar el balón, le cometió -según el inoperante árbitro- falta casi sobre la línea, lo que podría haberle costado un penal sobre la hora a los subordinados al Piojo Yudica. Extrañamente, y por fortuna para Argentinos, la gran figura francesa despilfarró una chance inmejorable: prácticamente entregó el balón a las manos de Vidallé.
    En medio del lamento de los futbolistas del Juventus por la oportunidad desperdiciada, Roth ordenó el final del partido. Ya se habían consumido los 90' reglamentarios, el tiempo adicional y la consecuente prórroga de media hora sin que entonces surgiese un equipo ganador. Aún restaba recurrir a la última instancia de definición: los disparos desde el punto del penal, circunstancia en la que Argentinos se había proclamado campeón de la Copa Libertadores menos de dos meses atrás frente al América de Cali.

                                       
    El primero de los disparos, a ejecutarse en el arco contiguo al imponente tablero del Estadio Olímpico de Tokio, correspondió a Juventus. El longilíneo Brio, con un derechazo cruzado y raso, estableció el 1-0 pese  a que Quique Vidallé casi rozara el balón.
    Seguidamente, le tocó el turno al experimentado Jorge Olguín, quien al igual que en la tanda perteneciente a la final de América ante el conjunto colombiano señaló el 1-1 parcial, con un derechazo al palo derecho de Tacconi, que se jugó al costado opuesto.
    Antonio Cabrini, capitán de emergencia por la sustitución del lesionado Scirea, fue el encargado de decretar la segunda conquista de la tanda de penales para el conjunto turinés a través de un zurdazo al palo izquierdo de Vidallé, quien una vez más, pese a adivinar la intención del rival, no pudo impedir que el balón sacudiera las mallas.
    A medida que se encaminaba a ejecutar su penal, el Checho Batista anidaba esperanzas de repetir el magnífico remate de la jornada consagratoria en Paraguay ante los Caleños. Lamentablemente, Tacconi detuvo fácilmente con su mano izquierda el débil intento del barbado volante central. La serie seguía siéndole favorable al club europeo (2-1).
    Cuando Aldo Serena cruzó con categoría el penal con el que venció a Vidallé, no imaginaba ni por asomo que una defección suya significaría la eliminación frente a Argentina por las semifinales del Mundial de 1990 en que la Selección de Italia oficiaría de anfitriona. Ante el conjunto de La Paternal, sin embargo, no falló y marcó el 3-1 que ya se avizoraba casi irreversible.
    De todos modos, Juan José López, que había suplido en el segundo tiempo del alargue a Ereros, le otorgó la chance a Argentinos de esperanzarse con la concreción de una nueva hazaña. Eso sí, su defectuoso remate casi fue desviado por las piernas de Tacconi.
    El dinamarqués Michael Laudrup fue el futbolista designado para patear el cuarto penal de los de Giovanni Trapattoni. Su anunciado disparo fue contenido sin dificultades por Vidallé, quien -nobleza obliga- se había adelantado ligeramente. Era "la" oportunidad para Argentinos de igualar la serie...
    No obstante, el tiro de  Pavoni -otro que había convertido ante el América de Cali- resultó atajado por Tacconi. El Chivo le había entrado al balón del mismo modo que ante el equipo cafetero: al medio, a la altura de las manos del arquero. Aunque con una diferencia vital: mientras que aquella noche Julio César Falcioni se había arrojado hacia un costado, el guardameta europeo permaneció en su lugar y actuó en consecuencia.
    Por supuesto, la ceremonia de cierre de la estelar cita sólo podía caberle al más encumbrado de los protagonistas, Michael Platini. El francés emuló el exitoso sistema de ejecución del tiempo reglamentario con el que Juventus se había puesto 1-1 y le legó al equipo de la Vecchia Signora la primera Copa Intercontinental de su suntuosa historia. Nunca hasta ese momento una institución europea había podido conquistar el preciado trofeo desde que en 1980 el certamen se disputa en Japón, a partido único. A propósito de oropeles y lauros, Platini,  fue elegido "The man of the match" (El hombre del partido) por el Comité Organizador, lo que le valió la adjudicación del lujoso automóvil Toyota Carina, tasado en US$ 6000 de entonces.

                                   


   Consumada la derrota, los jugadores de Argentinos, en una prueba cabal de hidalguía deportiva, propusieron a sus rivales el intercambio de camisetas, moción inmediatamente aceptada por los flamantes campeones mundiales, que dieron la vuelta olímpica travestidos de rojo y blanco.
   Hubo, asimismo, espacio para el quebranto. Porque el conformismo jamás había sido parte de la fórmula del éxito de los de La Paternal. Creían de veras en su capacidad para doblegar al poderoso equipo del fútbol más caro del planeta. De ahí que el errante Checho Batista rompiera a llorar desconsolado, en pleno campo de juego, en los hombros del Cabezón Miguel Angel Lemme, experimentado integrante de la lista de buena fe de la Asociación Atlética, a quien no le tocó sumar minutos en cancha, pero que fue uno de los que más alento desde el banco de los suplentes. Por ello, la reclusión de Pavoni -el otro de los cinco futbolistas designados por Yudica que marrara su penal- en el dormitorio que ocupaba en el hotel Tokyo Prince casi hasta que la delegación regresara a nuestro país.
  Para entonces, no obstante, el (Primer) Mundo de la pelota ya se había deleitado con el exquisito juego desplegado por el humilde Argentinos Juniors, al que se lo consideraba el auténtico merecedor del título. Incluso, se hablaba de Claudio Daniel Borghi como el nuevo Pibe de Oro (7) y hasta el propio Michel Platini comparó al Bichi con "Picasso", al considerarlo "un artista con un cincel en su pie derecho, capaz de llenar un estadio con un gol, un dribbling, una sonrisa".
 Hoy, 8 de diciembre, se cumplen exactamente 30 años del tardío descubrimiento. En principio, minimizado por modesto, el fútbol de Argentinos terminó imponiéndose por seducción. El mismo del viejo hit que baja a modo de tributo desde sus no siempre poblados tablones : "...son los Bichitos, fútbol y toque, los GlobeTrotters de La Paternal."

                                   
                            Síntesis del partido

 Argentinos: Vidallé; Villalba, Pavoni, Olguín y Domenech (C); Videla, Batista y Commisso (ST: Corsi); Castro, Borghi y Ereros (STS: J.J.López). DT: J.Yudica
 Juventus: Tacconi; Bonini, Favero, Scirea (C; ST: Pioli) y Cabrini; Manfredonia, Brio y Platini; Mauro (ST: Briaschi), Serena y Laudrup. DT: G. Trapattoni

 Partido único válido por la Copa Intercontinental, jugado el domingo 8 de diciembre de 1985.
 Cancha: Estadio Olímpico de Tokio.
 Público: 62.000.
 Recaudación: US$ 500.000
 Referee: Volker Roth (Alemania)
 Jueces de línea: Shizuo Takada (Japón) y Sebastian Yong (Singapur)
 Amonestados: Videla, Borghi y Corsi (A); Mauro y Platini (J)
 Goles: ST: 10', Ereros (A); 18' Platini, de penal (J); 30', Castro (A) ; 37', Laudrup (J)
 Incidencias: Tras los 90' reglamentarios se jugaron dos tiempos adicionales de 15' cada uno, en los que los equipos no se sacaron ventaja, por lo que hubo de definirse un ganador a través de disparos desde el punto penal. La serie, que correspondió a Juventus por 4-2, se dirimió en el siguiente orden: Brio, Olguín, Cabrini, Batista (atajado), Serena, López, Laudrup (atajado), Pavoni (atajado), Platini.


(1) La Copa Interamericana correspondiente a la temporada 1985 acabaría por jugarse al año siguiente. El miércoles 10 de diciembre de 1986, Argentinos (campeón de la Copa Libertadores) derrotó como visitante en partido único al Defense Force de Trinidad y Tobago (ganador de la Copa de Campeones de la CONCACAF) por 1 a 0. El único tanto del encuentro fue anotado por el fallecido pañameno Armando Dely Valdés. Es aquél, hasta el momento, el último trofeo internacional que logró el cuadro de La Paternal.
(2) Se disputaba el miércoles 29 de mayo de 1985, en el estadio de Heysel, Bruselas (Capital de Bélgica),
 la finalísima de la Copa de Europa -hoy Champions League- entre Juventus y Liverpool. En la inminencia del cotejo, los hooligans ingleses la emprendieron contra los tifosi -en su inmensa mayoría, espectadores pacíficos-. Como consecuencia, se produjeron gravísimas avalanchas en las repletas gradas, que causaron la muerte de 39 aficionados  (más de 30 de ellos, hinchas del equipo italiano) e hirieron a otros 600.Temerosas de que la suspensión provocase incidentes de dimensiones ingobernables, las autoridades decidieron que el partido se jugase aun con los cuerpos inertes en el estadio. Fue 1-0 para el conjunto de Turín, con gol de Michel Platini.
 (3) Dicho mote proviene de la calidad y cantidad de los valores surgidos de las Divisiones inferiores de Argentinos. Desde un tal Diego Armando Maradona, pasando por Juan Román Riquelme,  Fernando Andrés Redondo, Esteban Cambiasso, Diego Cagna, Juan Pablo Sorín y  Fernando Gabriel Cáceres hasta llegar a Lucas Biglia, Federico Insúa, Nicolás Pareja, César La Paglia y Diego Placente. Y eso que aquí sólo se menciona a una minúscula porción de lo que es, en esencia, una usina generadora de cracks.
 (4) El Feo, jaqueado por complicaciones en su vesícula, debió alejarse de la institución de La Paternal, a la que se había vinculado en 1981. Luego de haber sido intervenido con éxito en la zona de las vías urinarias, se recuperaba en una habitación de la Clínica de Belgrano, cuando restaban sólo nueve días para que cumpliera 65 años. Hasta allí se había llegado el lunes 19 de setiembre, Ubaldo Matildo Fillol. El Pato, que consideraba a Angelito como su segundo padre, se había incorporado hacía unos meses a pedido suyo. En el preciso momento en que se dirigía al baño, Labruna se desvaneció;  y, antes de que su cuerpo inerte, se estrellase contra el suelo, Fillol alcanzó a sostenerlo con dificultad. El corazón le había fallado para siempre.
 (5) El Piojo tuvo, en la temporada comprendida entre el Torneo Apertura 1991 y el Clausura 1992, un segundo paso por Argentinos que no resultó tan feliz como aquél del segundo lustro de los años '80. No tanto por los opaca performance ofrecida por el equipo, sino por la impunidad de la que gozaban los barrabravas del club de La Paternal. A Yudica le costó sangre (de su familia) restarle entidad a los pedidos de explicaciones de los vándalos acerca de la floja campaña del cuadro de sus amore$$$: los delincuentes procedieron a agredir al hijo del entrenador, quien laboraba de preparador físico, tras lo que José padre se vio obligado a disuadir a los delincuentes con tiros de revólver lanzados al aire. Acto seguido, renunció a su cargo para no volver jamás a la Asociación Atlética.
 (6)  Denominación que se le dio al estilo criollo de toque, gambeta, finta y engaño; basado en la improvisación y en la técnica individual. A diferencia del británico, proclive al vigor físico, las prestaciones atléticas, y la prevalecencia de la fuerza y la potencia.
 (7) Uno de los apodos que en el despuntar de su carrera se le atribuyó al mismísimo Maradona.

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