sábado, 5 de septiembre de 2015


                                A 22 años de la más dolorosa goleada
 
                                           


      Era una cuestión de honor. Principalmente, porque había que vengar la categórica derrota con que la visita había sentenciado en Barranquilla la serie de 33 partidos invicta que ostentaba la Selección Nacional. A su vez, el equipo dirigido por Alfio Basile ni siquiera había conseguido doblegar a su verdugo en la reciente obtención de la Copa América celebrada en Ecuador (1). Allí, la eliminación en semifinales se había producido por definición por penales, previo empate en un tanto en primera fase. De ahí, la inusitada expectactiva que en la víspera del domingo 5 de setiembre de 1993 potenciaba la trascendencia del choque entre Argentina y Colombia, por la última fecha del Grupo A de la CONMEBOL, correspondiente a las eliminatorias clasificatorias al mundial de Estados Unidos 1994, cuyo vencedor accedería automáticamente al magno evento.
     No obstante los inmediatos antecedentes, en  la inminencia del definitorio encuentro, el grueso del plantel argentino coincidía en relativizar la incuestionable valía del rival, líder invicto de la Zona que asimismo integraban Paraguay y Perú, con 10 puntos, uno más que el conjunto albiceleste. "Colombia no ganó nada", declaraban al unísono los futbolistas de nuestro seleccionado, dotados de una omnipotencia que no les cabía en absoluto.
     En contrapartida, los hinchas argentinos, aun ilusionados con el resarcimiento del entonces vigente campeón sudamericano, eran plenamente conscientes de las posibilidades del conjunto cafetero. Por ello, la estrategia intimidatoria que trazaron ni bien la delegación colombiana hubo aterrizado el viernes 3 de setiembre en el Aeropuerto Internacional Ministro Pistarini de Ezeiza, dos días antes del desafío. Por supuesto, el foco de hostigamiento recayó en los más encumbrado valores del adversario, como Carlos Alberto Valderrama -al que uno de los más exaltados simpatizantes llegó a tironearlo de su frondosa cabellera, que el Pibe cuidaba celosamente-, Faustino Asprilla, Freddy Rincón y José Adolfo Valencia; autor este último de uno de los dos goles del triunfo en el partido de ida.
     Tras la calurosa bienvenida, el siguiente método de ablande. Durante las dos noches que oficiaron de vigilia del partido, un puñado de adictos albicelestes se apostó en derredor del Hotel Caesar Park, ubicado en el barrio porteño de Recoleta, en el que se alojaron los colombianos, con objeto de interrumpir su sueño.    El aturdimiento que generaba la música, sin embargo, distó de trastocar el estado de ánimo de los vituperados visitantes. Especialmente, el del entrenador y hacedor de la exitosa Selección de Colombia, Francisco Maturana, quien creía percibir en las respectivas declaraciones y manifestaciones de jugadores e hinchas locales un respeto rayano en el temor. Es decir, la señal inequívoca de que, según su propio testimonio, "no era descabellado ganar"...¿Tampoco golear?

                                     
                                                Un baile Monumental
 
    A diferencia del último partido que habían jugado en el país Argentina y Colombia, que definió el tercer y cuarto puestos de la Copa América de 1987, el estadio Antonio Vespucio Liberti rebasaba de fervientes aficionados. Entre los más de 55.000 espectadores, amén de las presencias de los técnicos campeones del Mundo con el representativo albiceleste, César Luis Menotti y Carlos Salvador Bilardo, destacaba la figura de Diego Armando Maradona, quien entonces se consideraba retirado de la práctica activa. Previo a acudir al Monumental, el astro había relegado al olvido el distanciamiento que mantenía tanto con el DT Alfio Basile -al que acusara de "emborracharse con dos Copas América"- como con dos de los máximos referentes del seleccionado, Fernando Andrés Redondo y Oscar Alfredo Ruggeri, que lo moviera a seguir la errática campaña de Uruguay en las eliminatorias. Posicionado como un hincha más, el ídolo concurrió al Monumental ataviado en una réplica de la casaca Le Coq Sportif celeste y blanca con la que la Selección Nacional se consagrara mundialmente en México 1986. Mentalidad ganadora. Tal era el mensaje que el Diez procuraba transmitirle a sus ¿ex? compañeros, que se complementaba con el imperativo cántico ensayado por los adherentes locales a la par que los protagonistas estelares salían al campo de juego: "Ponga huevo', huevo' Argentina, ponga huevo', huevo', sin cesar..."

                                       


    Una vez efectuado el sorteo de rigor, en el que Ruggeri -quien había heredado el brazalete de capitán del propio Maradona- eligió el saque, el árbitro uruguayo Ernesto Filippi ordenó el comienzo del encuentro que ya desde el 1'30" contó con la primera situación de peligro para el anfitrión, merced a un pelotazo en profundidad de Julio César Saldaña en busca de Ramón Ismael Medina Bello, quien tras eludir la salida en falso del arquero colombiano Oscar Córdoba -de postero cuan exitoso paso por Boca-, envió un centro rasante al corazón del área  que fue neutralizado por la defensa visitante. Fue el mismo Mencho, el que 2' más tarde capitalizó un falla del fondo colombiano, no obstante su débil remate fuera contenido por el golero del conjunto cafetero.
   El predominio -eminentemente territorial- de la escuadra argentina fue repentinamente interrumpido a los 19', luego de una lujosa intervención de Freddy Rincón, quien habilitó a través de un milimétrico centro a espaldas del primer zaguero albiceleste, Jorge Horacio Borelli, a Adolfo Valencia. El Tren amagó tres veces frente a su marcador, antes de sacar un latigazo de derecha que Sergio Javier Goycochea desvió al córner con sumo esfuerzo.
  La última llegada relevante del elenco dirigido por Basile ocurrió a los 21' (2), después de que una fallida entrega hacia atrás de Gabriel Barrabás Gómez posibilitara una combinación entre Leonardo Adrián Rodríguez -en una de las escasos aciertos del número 10 argentino- y Gabriel Omar Batistuta, que el máximo artillero de la Selección Nacional de toda la historia desaprovechó inexplicablemente al intentar parar el balón.
  A partir de allí, creció la gravitación de la estrella guía y capitán de Colombia, Carlos Valderrama, el mejor intérprete del fútbol de toque y triangulación pregonado por Pacho Maturana, a quien no lo condicionó siquiera la amonestación que recibió producto su encontronazo con el temperamental volante del conjunto anfitrión, Diego Pablo Simeone.
 De ese modo, a los 40' se produjo la apertura del score. Tras eliminar a Gustavo Miguel Zapata en mitad de cancha, el Pibe se valió del pique de Rincón, quien superó holgadamente en la carrera a Ricardo Daniel Altamirano, para acto seguido deshacerse de Goycochea y definir con la valla desguarnecida.

                                         


   Si bien la (mínima) diferencia en favor de Colombia resultaba excesiva, dada la paridad que signó el desarrollo del cotejo durante la etapa inicial, el golazo de Rincón significó a la vez la recompensa para un equipo que jamás especuló con el empate, que le otorgaba la clasificación directa al certamen mundialista. Por el contrario, el conjunto cafetero se marchó al intervalo en franca posición de ataque, así como lo prueba el remate a los 45' de Wilson Pérez que pasó cerca del segundo palo de Goycocochea.
  Respecto del representativo argentino, no había terminado de asimilar el impacto motivado por la transitoria adversidad del tanteador, que a los 5' del complemento Faustino Asprilla usufructuó un lanzamiento desde 40 metros de distancia, ante la pasividad de Borelli, para batir a Goycochea con un disparo bajo y cruzado.
  Inmediatamente, la contrariada multitud solicitó el ingreso al campo de juego de un delantero que, si bien no había descollado en sus anteriores actuaciones con la camiseta celeste y blanca, gozaba de la simpatía de la mayoría. "Olé, olé, olé, olé, TurcoTurco", tal el cántico que bajaba desde las tribunas, lo que motivó que Basile determinara a los 8' la primera variante: Claudio Omar García en lugar de Leo Rodríguez.
   Para entonces, la propuesta ofensiva del combinado nacional se cimentaba en vanos arrestos individuales. Por caso, Ruggeri ya se había estacionado en el área colombiana con objeto de conectar mediante su potente cabezazo los sistemáticos centros arrojados desde una y otra punta.


    Recién a los 13' el local arrimó peligro certero al área contrincante, a través de dos potentísimos shots de Batistuta, consecutivamente conjurados por el guardameta Córdoba, de notables reflejos.
   Con la segunda y última sustitución, esto es, el ingreso de Alberto Federico Acosta por Redondo -de pésima tarea-, Argentina se abocó desesperadamente a intentar revertir el desfavorable marcador. El Beto apenas si dispuso de una oportunidad concreta para anotar, contrarrestada sobriamente por el golero colombiano.
  En contrapartida, cada réplica rubricada por el equipo visitante a partir de los 25' redundaba en una nueva conquista. Fue así que a los 29'  Leonel de Jesús Alvarez desbordó por el andarivel derecho a Saldaña y envió un centro pasado en dirección a Rincón, quien pese a su deficiente remate - y al acecho de cuatro jugadores argentinos- doblegó la resistencia de un estático Goycochea.
   Entonces, sí, el veredicto popular -y el de las plateas- se expidió unánime: ¡¡¡MaradoooóMaradooó!!! Desde ya, poco podía hacer Diego Armando (¿habrá decidido su vuelta en ese preciso instante?) en la inmediatez. Es que, de producirse una goleada aun más abultada por parte de Colombia, a la vez que un triunfo de Paraguay sobre Perú, la Selección Argentina resultaría eliminada de la fase final del mundial de Estados Unidos.
  Enseguida nomás, una nueva defección de Borelli posibilitó la escapada del Tino Asprilla, quien ni bien pisó el área grande sacudió las mallas a través de una soberbio remate de emboquillada para establecer el 0-4 parcial, que la abigarrada concurrencia del Monumental no sufrió en demasía al lograr el seleccionado peruano la igualdad ante su par guaraní. De esa manera, Argentina aseguraba su plaza en el repechaje, en el que confrontaría con Australia.
  "Oleole", atronaba desde las tribunas cada vez que los colombianos hacía circular el balón sin que un jugador argentino pudiera interceptarlo. Definitivamente, la exquisita exhibición futbolística del equipo dirigido por Maturana había maravillado a los espectadores locales. No extrañó, por tanto, el sentido aplauso que aquellos le tributaron a la visita en coincidencia con el quinto y último tanto del partido, marcado por Valencia, no sin antes respirar aliviados al anoticiarse de la igualdad final en Lima que le valió al elenco albiceleste el acceso a la serie ante los australianos (3 y 4)

                                             


    El inapelable 0-5 con que Argentina fue arrollada por Colombia significó, más que la primera derrota de los albicelestes como local en el historial de las eliminatorias, la confirmación de que el alumno había superado al maestro. La concepción futbolística de Pacho Maturana y sus dirigidos -en rigor, la mejor Selección cafetera de todas las épocas- se había hecho al calor de los gloriosos tiempos de El Dorado, en el que sobresalieran las figuras de Alfredo Di Stéfano y Adolfo Pedernera, y de la revolucionaria gestión de Osvaldo Juan Zubeldía como entrenador de Atlético Nacional (5), a la que se acopló la labor de Bilardo como DT del Deportivo Cali y del del representativo colombiano.
  De ahí la efusiva celebración en el vestuario visitante del estadio de River al son de la cumbia y salsa colombianas. Por ello, el asueto declarado por  el entonces primer mandatario, César Gaviria, para el lunes que procedía a la jornada de la indeleble gesta. Había que apurarse a festejar. Se avecinaba un período catastrófico. Y no solo en el ámbito deportivo

                                       
                                                   El trágico día después


                          
   Consumada la histórica goleada, los medios especializados criticaron despiadadamente a la Selección Nacional, a la que anteriormente habían ensalzado tanto por la prolongada racha invicta como por los pergaminos obtenidos. En ese sentido, la revista El Gráfico editó una tapa con fondo negro, cuyo encabezado rezaba "¡Vergüenza"!, en letra mayúscula imprenta de color amarillo. A esa moción se sumó la desaparecida Goles, publicación que aludió a un verdadero "papelón" del equipo de Basile. Distinto se adivinaba el parecer del entrañable semanario Sólo Fútbol, que vaticinó: "Argentina volverá".
    La defenestración sufrida por el equipo argentino no se circunscribió exclusivamente al periodismo gráfico. De hecho, ciertos programas televisivos, usualmente ajenos al ambiente futbolístico, dedicaron enteramente su espacio a la lacerante derrota acaecida el 5 de setiembre.
    Entre ellos, Tiempo Nuevo, conducido por Bernardo Neustadt, en el que se invitó a formar parte de un improvisado panel a baluartes de la talla de Hugo Orlando Gatti -quien afirmó que había gozado con la demostración enseñada por Colombia-, Norberto Osvaldo Alonso y don Adolfo Pedernera. Fue aquella noche, en la que el exdelantero José Francisco Sanfilippo -entonces relegado al ostracismo- recobrara el protagonismo perdido al acusar a Goycochea -sentado en la misma mesa- de "haberse comido todos los amagues".
    Si bien las más mordaces observaciones se focalizaban en la endeblez de la defensa albiceleste, el fútbol argentino en pleno -hinchas, periodistas, jugadores...- reclamaba el urgente retorno de Diego Armando Maradona, a quien se encomendaba la misión de clasificar al equipo argentino a  la Copa del Mundo a disputarse en EE.UU.
   Así las cosas, el Coco Basile les cumplió su preciado deseo: finalmente, el Diez, quien acababa de acordar su incorporación a Newells, fue convocado a la Selección para afrontar los dos partidos ante Australia.
   En primera instancia, el ídolo se ocupó de recomponer simultáneamente su vínculo con el propio Basile, Redondo y Ruggeri, lo que generó el clima propicio para que Argentina -aunque ajustadamente- sellase su acceso al mundial de USA '94, tras igualar en un tanto como visitante e imponerse por la mínima diferencia en cancha de River (6). Por supuesto, la figura indiscutida de la serie fue el mismísimo astro
  Mientras tanto, la Selección de Colombia gozaba de tal reputación que hasta notables como Edson Arantes do Nascimento, más conocido como Pelé, le atribuían la candidatura al título mundial, aun por encima de Brasil, que se adjudicaría el trofeo ecuménico luego de 24 años de sequía.
   Pese a la disímil performance que se aventuraba irían a ofrecer Argentina y Colombia, lo concreto es que ambos equipos se sumieron en el fracaso en idéntica instancia, la ronda inicial. Es cierto, el equipo albiceleste logró pasar a octavos de final, pero ya desde el triunfo contra Nigeria (2-1), en su segunda presentación, el consabido dóping positivo de Maradona -y su consecuente exclusión del equipo- desmoralizó a sus compañeros de tal manera, que se sucedieron dos traspiés ante oponentes manifiestamente inferiores, como Bulgaria (0-2) y Rumania (2-3), la que provocó la eliminación del conjunto de Basile.
  A su vez, el combinado cafetero, al que evidentemente le pesó el mote de potencial campeón, culminó su participación en la última colocación del Grupo A. El gol en contra de su propia valla que anotara Andrés Escobar, en la derrota ante Estados Unidos (3-1), le costó su vida al defensor diez después del regreso a su tierra natal de la plantilla colombiana, pues los capitostes de las apuestas ilegales sintieron tocados sus espurios intereses. 


                                     Síntesis del partido

 Argentina: Goycochea; Saldaña, Borelli, Ruggeri (c) y Altamirano; Zapata, Redondo (ST: Acosta), L. Rodríguez (ST: C. García) y Simeone; Medina Bello y Batistuta. Suplentes: Islas, Vázquez y J. Basualdo DT: A. Basile.
 Colombia: Córdoba; Herrera, L. C. Perea, Mendoza y W.Pérez; Rincón, Alvarez, G.Gómez y Valderrama; F. Asprilla y J. Valencia. Suplentes: Mondragón, A. García, Lozano, Valenciano y Tréllez. DT: F. Maturana.

Goles: PT: 41', Rincón. ST: 5' y 30', Asprilla; 27', Rincón; 40' Valencia.
Estadio: River Plate.
Público: 55.000.
Recaudación: $ 1.600.000.
Referee: Ernesto Filippi.
Jueces de línea: Pedro Risso y Juan Kerekes.
Amonestados: Ruggeri y Simeone (A); Herrera, Valderrama y Valencia (C).
Incidencias: no hubo.


(1) En rigor de verdad, con la coronación en Ecuador, la Selección Nacional se adjudicaba el bicampeonato de la Copa América, pues también había conquistado el certamen precedesor (Chile '91).
(2) Cerca del trascurso de la mitad del primer tiempo, un avión MD-88 de Aerolíneas Argentinas, próximo a aterrizar en el Aeroparque Jorge Newbery, procedente de Santiago de Chile, efectuó tal maniobra temeraria, que pasó a metros de la Platea Alta General San Martín del estadio de River. Por tanto, el piloto que comandaba la nave, causal de un pánico generalizado en los espectadores, fue suspendido de sus funciones.
(3) Tras disputarse la jornada de cierre de las eliminatorias correspondientes a la CONMEBOL, en la que Colombia aplastó a Argentina y Perú empató 2 a 2 con Paraguay, el equipo cafetero logró el único acceso directo a la Copa del Mundo.
(4) El equipo argentino, que apenas aventajó por una unidad a Paraguay en la tabla de posiciones finales del Grupo A (7 contra 6), clasificó en el repechaje al enfrentar a un combinado australiano con el que apenas había jugado en dos oportunidades. La primera de ellas, deparó una olvidable derrota por 4 a 1, por la Copa del Bicenetenario del país de Oceanía (1988); la segunda, una victoria albiceleste por 2 a 0, correspondiente a un partido amistoso de 1992.
(4) Zubeldía, de hecho, murió en Medellín, en 1982, víctima de un infarto, a escasas semanas de haberse adjudicado su segundo título con Atlético Nacional. Tenía apenas 54 años.
(5) Tanto el partido de ida como el de vuelta se caracterizaron por la ausencia de examen antidopaje. Según declararía Maradona años después, a los jugadores argentinos les fue permitido ingerir lo que él denominó como café veloz, ingenioso apelativo con el que sugirió la libre utilización de sustancias que potencian el rendimiento deportivo. lo que motivó una andanada de desmentidas por parte de varios de los integrantes de aquel plantel, como Carlos Javier Mac Allister y Hugo Leonardo Pérez, quienes incluso se atrevieron a contradecir públicamente al astro.
                           

 

 
 
 
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