viernes, 20 de septiembre de 2019

    Gales 1999, el primer rugido mundialista de Los Pumas (II)
                                                     
                                                 
       La ceremonia inaugural de la Copa del Mundo de Gales, programada para el viernes 1 de octubre de 1999 en el Millennium Stadium de Cardiff, construido especialmente para la ocasión, satisfizo hasta al más exigente de los paladares.
      El acto conmemorativo, encomendado a la compañía artística Tony Ball Asociation, se inició con un atractivo despliegue de imágenes por pantalla gigante de los más bellos paisajes del país británico a lo que prosiguió una coreografía compuesta por un millar y medio de jóvenes que simbolizaron la silueta del dragón, que identifica no solo a la insignia galesa sino también a la Selección local.
      En cuanto a la variada temática musical, el número sobresaliente fue el del dueto integrado por la cantante Shirley Bassey y el barítono Bryn Teyfel, quienes ofrecieron una exquisita versión de World in Union, tema oficial del certamen mundialista a partir de la edición de Inglaterra 1991.
       Después del versátil show exhibido por el equipo acrobático The Red Arrows, el Príncipe Carlos emitió el discurso oficial que coronó la solemne apertura. Fue entonces cuando, a la vez que se retiraban las estridentes fanfarrias afectadas a la festiva jornada, emergieron de los vestuarios los conjuntos actuantes para alinearse en el centro del field. Allí, los jugadores de Los Pumas se fundieron en un solo abrazo en virtud de asistir a la ejecución del himno patrio, por el que los más de 70.000 simpatizantes galeses que abarrotaron el escenario de techo retráctil -entre quienes se mimetizaron alrededor de 400 aficionados albicelestes- guardaron un respetuoso silencio.
       Efectuado el sorteo de rigor, el apertura argentino, Gonzalo Quesada -actual entrenador de Jaguares-, fue el encargado del kick-off de un encuentro en cuyo comienzo una serie de desacoples del pack argentino en el scrum derivaron en la sanción del penal que el récordman Neil Jenkins -top scorer histórico los Dragones Rojos, con 1049 puntos, y uno de los escasos rugbiers que registra un haber de más de 1000 tantos anotados- dilapidó a los dos minutos de juego.
       Superado el predominio territorial de los galeses en el primer tramo del cotejo, posible en parte por la tendencia argentina de patear al fondo, a espaldas de los tres cuartos europeos para que así el juego se desarrollara lejos de las 25 yardas albicelestes, sobrevino el segmento más ríspido del duelo.         Luego de que Lisandro Arbizu -capitán del combinado nacional- quedara momentáneamente groggy como consecuencia de la embestida que sufriera a manos del centro Scott Gibbs en su tentativa de tackle, un intercambio de golpes de puño en un ruck en mitad de cancha, protagonizado por el pilar Roberto Grau y el wing-forward del team anfitrión, Colin Charvis, sobre los 13', ameritó no solo que a ambos les fuera enseñada la tarjeta amarilla -según el reglamento de entonces, la sanción equivalía a un apercibimiento de precaución que pese a ello permitía al infractor permanecer en cancha a diferencia de la doble amonestación, que significaba la automática expulsión-, sino también que a posteriori los involucrados en el episodio pugilístico fueran suspendidos de oficio. Al respecto, se ordenó una sanción de tres semanas de inactividad para el pilar mendocino, quien recién regresó a la titularidad en la última presentación de la campaña de su equipo.
       Poco después, a los 16', el octavo de Gales, Scott Quinnell, se levantó de un scrum, soportó tres intentos de tackle y, casi cayéndose, tomó la marca de Arbizu para ceder a Shane Howarth. Sin embargo, antes de que el fullback vulnerara el ingoal visitante buscando la bandera derecha del ataque del equipo rojo, la conjunta defensa del wing Diego Albanese y el tercera línea Santiago Phelan- evitó el inminente try sacando al adversario del campo de juego.
       Sobre los 19', una infracción por off-side de los locales propició la inaugural de las patadas efectivas de la labor consagratoria de Quesada, quien situado en las 10 yardas del terreno de Gales estableció el 3-0 favorable a la escuadra dirigida por Alex Wyllie. También de penal, el medio apertura de Hindú amplió el score  a los 24', al no soltar Charvis el balón estando en el suelo a causa de un ruck.
       No obstante, los penales por knock-on intencional de Octavio Bartolucci, y el off-side en la marca de Eduardo Simone en las cinco argentinas, a los 26' y 30', respectivamente, se tradujeron en la igualdad transitoria de los de casaja roja (6-6), a instancias del asimismo prestigioso shoteador Neil Jenkins.
       Argentina retomó parcialmente la supremacía del tanteador a los 39', posteriormente a que los delanteros galeses derrumbaran un scrum. Fue así que, como consecuencia de su kick distante a 50 metros de los palos defendidos por el seleccionado local, Los Pumas volvieron a sumar de a tres.
       Lamentablemente, ya en tiempo adicionado una incursión ofensiva del hooker Garin Jenkins -quien pisó la línea de touch, lo que no fue advertido ni por el referee neozelandés Paddy O' Brien ni por los jueces asistentes- generó que a la salida de un maul el medio scrum y capitán de Gales, Rob Howley, abriera para la entrada franca de Scott Gibbs y este apoyara la guinda en el ingoal celeste y blanco franqueando la oposición de Longo y Nacho Fernández Lobbe, reemplazante este último del lesionado Pedro Sporleder. La conversión de N. Jenkins -que no tiene parentesco alguno con el primera línea de su equipo, de idéntico apellido- selló el resultado de la primera etapa: triunfo de los Dragones por 13 a 9.
                                                           

        Reanudado el encuentro, los anfitriones, comandados por Graham Henry, asesor técnico de Los Pumas en las temporadas 2012-13, justificaron la superioridad del comienzo del complemento a través de una maniobra de salteo que recayó en la posición de Daffydd James para que el wing se cortara en velocidad y habilitara a James, quien hizo lo propio con el insider Mark Taylor, autor a los 8' del try convertido por el número "10" de Gales.
        Más allá de alguna progresión aislada, el equipo de Gales pareció, luego de un nuevo penal señalado a los 15' por N. Jenkins (23-9), resignarse al advenimiento del adversario.
        En esa línea, la presión de sus tres cuartos comenzó a consustanciarse con la prevalencia de los forwards argentinos, ya fuese en las formaciones fijas - inclusive lines robados - o móviles. Tanto que, producto de las infracciones cometidas por la representación europea en tres rucks, el combinado albiceleste se puso a cinco puntos del oponente mediante los consecutivos kicks acertados de Quesada cuando restaban 8' para el epílogo del partido, por lo que la hasta entonces dicharachera multitud demudó súbitamente. Por fortuna -para ellos- la mejoría de la visita no alcanzó: Argentina cayó por 23 a 18 ante su par de Gales que, si bien había evidenciado algo de superioridad en ciertos pasajes del match, esencialmente en el primer período, nunca se había insinuado del todo imbatible.
        De hecho, el consenso entre los players de Los Pumas era elocuente. La inmensa mayoría del plantel vaticinaba que el segundo encuentro resultaría mucho más laborioso que el del debut no solo por la naturaleza agresiva -cuando no beligerante- de la propuesta del inminente rival, que venía de derrotar holgadamente en su estreno en el certamen a Japón por 43-15, sino también porque se avecinaba la oportunidad histórica de quebrantar por fin la racha adversa ante un equipo que había sentenciado la participación argentina -en fase de grupos- en dos Mundiales consecutivos, por no mencionar que un eventual revés podía traducirse en la enésima eliminación prematura a instancias del mismo verdugo de siempre.
      Tanto Liso Arbizu como el convaleciente Pedro Sporleder, integrantes del equipo nacional que cayera en las batallas libradas frente a Samoa Occidental en Inglaterra 1991 -en donde fuera expulsado el segunda línea- y Sudáfrica 1995, concebían el match como una cuestión de honor al igual que el resto de cuantos habían intervenido en uno u otro enfentamiento, tales los casos de José Cilley, el Yanqui Martin, Camardón y hasta el propio Fichín Pichot, fuera de que el medio scrum no sumara minutos en el field en el torneo que precediera al de Gales.
       Por su parte, la conducción técnica albiceleste, lejos de la improvisación, pergeñó una pormenorizada estrategia tendiente a primar en el choque con el elenco del Pacífico Sur. De ahí que, a la vez que el entrenador Alex Wyllie ensayaba hasta el saciedad distintas variantes en el fijo y en el maul para arremeter con los gordos en el predio de la Universidad de Cardiff, su auxiliar en el entrenamiento de los tres cuartos, Francisco Albarracín, símbolo de La Plata Rugby Club que se había sumado sobre la marcha a ejercer ese rol, confeccionó -espionaje mediante- un detallado informe del funcionamiento global del elenco isleño así como de sus individualidades, con especial énfasis en una de sus figuras, el wing Va'aiga Tuigamala. La proyección de los últimos encuentros de los samoanos y el fulbito posterior a las prácticas -en lo sucesivo, la principal cábala puma- completaron la preparación argentina en la víspera del trascendente compromiso.
        Sin embargo, aun pese a las precauciones largamente tomadas, la cuidadosa planificación asumida, las arduas sesiones de ejercitación previas y el puntilloso estudio del rival, el team celeste y blanco amenazó, en la mitad inicial del partido, con entregarse al recurrente maleficio de su tempranero adiós en lo que a toparse con Samoa por campeonatos mundiales atañe.

                                                                 
        En ausencia del tan pregonado agrupamiento de los delanteros y las constantes zozobras de los backs en el juego de manos -por caso, el knock-on de Albanese a escasos metros de zambullirse en el ingoal contrario-, el conjunto dirigido por Brian Williams -compatriota de Grizz Wyllie- inauguró el score a los tres minutos producto del penal convertido por Silao Leaega desde un ángulo cerrado, antes de que el mismo full-back convirtiera a los 24' el try del ala Junior Paramore que le daba el 10-0 parcial a la Selección de Oceanía.
        Al acertado penal sancionado por el árbitro australiano luego de que los forwards rivales se tiraran de cabeza en un ruck, a través del cual Quesada señaló a los 29' los tres primeros puntos para la divisa albiceleste, le procedieron las anotaciones por idéntica vía de Leaega, a los 35' y 39'. De ese modo, la representación de Samoa culminó el primer tiempo imponiéndose por 16 a 3.
        Si hubo un momento en toda la Copa del Mundo de Gales '99 en el que Alex Wylle expuso su vehemente carácter en todo su esplendor, ese fue el retorno de sus subordinados al vestuario del hoy desmontado Stradey Park de Llaneli. Según aseveraron testigos privilegiados de la charla que el coach mantuvo con los jugadores en el entretiempo, el neozelandés culminó su filípica en un spanglish -más español que inglés- con el que logró hacerse entender a la perfección: "Por las mismas boludeces de ustedes, Los Pumas perdieron en el '91 y en el '95. Si quieren ganar, déjense de joder y jueguen como lo planeamos".
        Fue así que, no bien regresaron al campo de batalla, los rugbiers argentinos constataron que la verborrágica arenga de su entrenador había surtido efecto. Encabezó la reacción la afilada puntería de la patada de Quesada, quien además de rubricar a los 3' un estupendo drop desde mitad de cancha aportó tres penales desde distancias diversas, a los 2', 6' y 11', para que el conjunto nacional se situara en el marcador a solo un punto de los isleños (15-16), previo a que se consumara la rehabilitación del pack celeste y blanco para darle la anhelada ventaja a Los Pumas.
       A ese respecto, la supremacía de la primera línea en los scrums -sobre todo, en el duelo aparte que el Gordo Reggiardo y el tenor Omar Hasan sostuvieron con los pilares adversarios-, el tino de Mario Ledesma arrojando la pelota en los lines, los incansables tackles de los wing forwards Martin y Phelan, a quienes se plegó la impecable labor del octavo Gonzalo Longo en la base y su eficacia para salir de punta en ofensiva, mereció su recompensa en el try señalado por el Turco Allub -de auspicioso papel en la hilera como el otro saltador argentino, Nacho Fernández Lobbe- a los 29'.
       Como corolario del reivindicatorio partido, la última sucesión de kicks del Queso: al penal de los 26', se unieron los que marcó a los 36' y 42', con los que Los Pumas establecieron cifras inamovibles: 32-16, para deshacerse de tan pernicioso saldo negativo en los cotejos mundialistas con Samoa -que no fue capaz de anotarle siquiera un mísero tanto a los de Wyllie en el segundo período-, lograr una victoria en la RWC que no se le daba desde la edición inaugural de 1987 -25 a 16 sobre Italia- y -cómo no- ilusionarse con avanzar de ronda por primera vez en su campaña ecuménica.
       Después de tamaña confrontación, el relax, aunque efímero bálsamo. Es que, tras la actividad natatoria y las partidas de golf de que disfrutaron los actores estelares de la Selección Argentina durante el día posterior al del resonante éxito frente a los isleños, se tornó una tarea ineludible aventurar cálculos acerca del resultado más conveniente para el equipo celeste y blanco en su participación de cierre en la fase de grupos.
        Producido el sorpresivo triunfo de Samoa frente al local Gales (38-31), se analizaron todas las posibilidades, en orden de preferencia: 1) la más potable, probable, si se atiende a las expectativas triunfalistas de los propios jugadores, o sea, ocupar la tercera posición en la Zona para chocar en un hipotético repechaje con Irlanda -segundo del Grupo E- en escenario neutral (Stade Félix Bollaert de Lens, Francia); 2) en caso de finalizar escolta, se suscitaría un desfavorable encuentro como visitante ante Escocia en el Murryfield Stadium de Edinburgo; 3) el liderazgo absoluto, máxime redundante de una goleada, le valdría , más allá de que por fin se accedería directamente a los cuartos de final, un poco apetecible cotejo ante los Wallabies. 
       De la primera opción barajada se deduce que se estaba subestimando a un oponente que, si bien no podía equipararse al potencial de Los Pumas tanto por tradición como por lo realizado en las dos primera jornadas del torneo, ya había probado de sobra que podía someter a los argentinos tal como lo afirma el incontrastable triunfo de Japón por 44 a 29 - Ledesma, Martin, I. Fernández Lobbe, Allub y Simone, entre otros, intervinieron en el seleccionado nacional en aquella frustrante presentación-, correspondiente a la breve gira efectuada por el continente asiático de 1998, por mucho que el Gordo Reggiardo se empeñara en asegurar en la vigilia del encuentro que su equipo estaba 30 puntos por encima del combinado nipón.
       No por nada, independientemente de la halagüena performance ofrendada ante Samoa, el técnico resolvió introducir algunas modificaciones en la conformación del XV titular luego de los entrenamientos realizados en la Universidad de Cardiff y en la ciudad inglesa de Bath, lejana a 100 kilómetros de la capital galesa. Entre ellas, la vuelta de Sporleder -cuyas contracturas en aductor izquierdo y gemelo derecho lo habían empujado a bajarse de los cotejos contra los Dragones Rojos y los del Pacífico Sur pese a la avidez de Wyllie por incluirlo aun maltrecho- en reemplazo de Longo, por lo que Fernández Lobbe pasaría a oficiar de octavo y el excapitán argentino de segunda linea, y el debutante absoluto en la Copa del Mundo, Ignacio Corleto -aunque disminuido por una molesta faringitis- y Camardón por Manuel Contepomi -inflamación en una de sus rodillas-  y la Garza Bartolucci, respectivamente. El remate de la planificación preliminar lo constituyó la inteligencia ejercida por Pancho Albarracín, focalizada en la velocidad de los wines japoneses, especialmente la del intrépido Daisuke Ohata, quien garantizó en la víspera que los del Lejano Oriente ganarían con holgura.
                                                           
     
        Durante el preámbulo del significativo reto, se lo notó ciertamente atado al elenco albiceleste, como si le pesara el lastre de la oportunidad histórica de una producción superadora. Con todo, a los argentinos les bastó confiar en el imaginable predominio en el fijo -así como en rucks y mauls- a la vez que en el fértil botín derecho de Quesada para sacar ventajas en el score a instancias de los penales que el actual coach de Jaguares marcó a los 9' y 20'.
       Tan solo 2' más tarde, el medio apertura japonés, Keiji Hirose, sumó por la misma vía en una etapa del encuentro en que Los Pumas comenzaban a perfilar su mayor poderío. Fue a los 26' que, a la salida de un ruck,, Agustín Pichot -hoy vicepresidente de la Rugby Board- amagó con ceder la guinda al Yanqui Martin para en cambio hacer un rulo y girar enfilando por el lado ciego y terminar apoyando el try sobre el extremo izquierdo del ingoal nipón. A continuación de los penales de Quesada, a los 22' y 38', el anotado por el nro. 10 del conjunto asiático, que decretó el 17-6 transitorio en favor de los de Grizz Wyllie previo al intervalo.
        Reiniciado el match, la divisa nacional mantuvo su superioridad aunque con un ímpetu más elevado que el de los primeros 40'. Quesada, en una noche que orilló el 100 % de efectividad -salvo por la fallida conversión del try de Pichot- se erigió en el top scorer de la fase de grupos con 66 tantos al ejecutar con acierto tres penales al hilo, a los 5' 14' y 23', contra el único rubricado en el complemento por Japón, a los 9'.
        Sobrepasados los 32', el wing albiceleste Diego Albanese se bancó de pie dos intentos de tackles consecutivos para concretar con lo justo -al límite lateral del campo de juego- el try con que la jornada del sábado 16 de octubre de 1999 el Millenium Stadium de Cardiff obró de escenario oficial de la primera vez que Los Pumas consiguieron superar el umbral de la ronda preliminar de la RWC. A la sombra del olvido habían quedado relegadas las funestas experiencias de 1987, 1991 y 1995.
       Por lo pronto, los componentes del plantel se llegaron hasta las tribunas para saludar a los 300 argentinos que agitaban banderas, portaban vinchas y camisetas albicelestes y entonaban cánticos victoriosos. A partir de allí, la celebración modesta. La consigna era abstraerse de la atmósfera triunfalista que los rodeaba para focalizarse concienzudamente en la nada descabellada epopeya de acceder a los cuartos de final. Claro que antes había que eliminar a una de las máximas potencias del Hemisferio Norte, Irlanda, el más importante de los desafíos mundialistas que hasta entonces habría de afrontar la Selección Nacional de rugby.

   
     
                                           La actuación consagratoria
                                                   
                                                 
       La reglamentación del certamen dictaminaba que, una vez culminada la fase regular, los cinco equipos que hubieran ocupado la segunda colocación en su Grupo, más el mejor de los terceros, se cruzarían entre sí en la instancia de play-offs, en modalidad de partido único, cuyos respectivos ganadores clasificarían automáticamente a los cuartos de final. Así, se formaron los siguientes cruces: Inglaterra-Fiji, Escocia-Samoa y Argentina-Irlanda.
       Para arribar a la llave definitoria en cuestión, Los Pumas se estrenaron en la Zona D con una caída ante Gales (18-23), se recuperaron en oportunidad de la resonante victoria ante el conjunto samoano por 32 a 16 y concluyeron su participación inicial imponiéndose sin fisuras a Japón por 33-12, tras lo que el representativo albiceleste, no obstante haber igualado el liderazgo con los Dragones Rojos y los isleños, terminaron ocupando la tercera plaza con cuatro puntos -los nipones finalizaron últimos, sin unidades- por haber totalizado menor cantidad de tantos a favor que sus rivales.
     Irlanda, por su lado, comenzó su participación en el Grupo E vapuleando a Estados Unidos por 53 8, antes de ser vencida por Australia (3-23) y cerrar con una victoria inobjetable sobre Rumania por 44 a 14. Así, el Trébol, que al igual que su similar de Argentina sumó cuatro puntos en la etapa preliminar, dos menos que los Wallabies, de quienes al cabo ofició de escolta. El resto de los integrantes de su Zona quedó exento de avanzar a la rueda siguiente.
     En ausencia de antecedentes mundialistas, los contendientes no registraban por entonces lo que se dice un frondoso haber de test-matches, más que nada si se pondera que para los británicos los cinco primeros enfrentamientos entre ambas selecciones no revisten la categoría de caps -partidos internacionales oficiales-, lo que reducía el historial a solo dos encuentros disputados en el mismo estadio, el ya demolido Lansdowne Road de Dublin (*). Allí, en virtud de una catastrófica gira de 1990, en la que asimismo se perdió por 49-3 ante Escocia y 50-0 con Inglaterra, el equipo capitaneado por Hugo Porta -en su despedida definitiva de Los Pumas-, cayó ante los irlandeses por 20 a 18. El traspié restante corresponde al tan polémico tour que precedió a la cuarta edición de la RWC, en donde la confirmación de la lista de jugadores afectados al torneo derivó en el alejamiento de Pipo Méndez, coronado por el 32-28 en favor de los Tréboles.
     Desde ya, huelga mencionar que el propósito superior del team argentino no pasaba eminentemente por descontar el saldo adverso de confrontaciones con Irlanda, fuera de que prevalecer sobre uno de los más reputados seleccionados del Hemisferio Norte le otorgaría un plus a la factible victoria que inéditamente depositaría a Los Pumas en cuartos de final, instancia que hasta la actualidad el conjunto europeo nunca fue capaz de atravesar.
     Luego de marcharse de Cardiff, la delegación albiceleste se trasladó hacia Lille, ciudad francesa distante a solo 20 kilómetros del Stade Félix Bollaert de Lens, recinto fijado para el duelo del miércoles 20 de octubre, en donde Los Pumas montaron su temporal sitio de operaciones.
     Rivales que no enemigos, los componentes de ambos planteles transcurrieron la vigilia del cotejo en un ámbito armónico: los irlandeses establecieron su concentración a solo dos cuadras de los argentinos. En su búnker, sus integrantes se debatían entre quienes hubieran preferido cotejar con Samoa, de acuerdo con el testimonio vertido por el entrenador Warren Gatland, nacido en Nueva Zelanda -otro más y van...-, y los que confiaban que de ningún modo podían resultar doblegados, como el pilar Keith Wood.
     Mesurados en sus declaraciones en comparación con sus colegas, los rugbiers albicelestes amenizaron en principio la espera siguiendo las alternativas del Superclásico argentino en el que River -postrero ganador del Torneo Apertura '99 - batió como local a Boca por 2 a 0. Dos de los más entusiastas futboleros, el millonario Diego Albanese y el xeneize Mauricio Reggiardo,
depusieron enconos para cumplir la promesa de rapar sus cabezas en caso de que Los Pumas trascendieran la fase regular.
     Rutina de natación mediante, los de Alex Wyllie se sometieron al minucioso análisis por video del último match disputado ante Irlanda para predisponerse a transcurrir la proximidad del significativo test con dos sesiones de entrenamiento de intensidad dispar. En la primera de ellas, la más ardua, desarrollada en el Iris Club, Grizz exigió a fondo a sus dirigidos. A tal punto, que amenazó a los jugadores con excluirlos del equipo titular si en el ensayo incurrían en equivocaciones elementales en el manejo de la pelota (knock-ons, forward passes, etc).
    Una vez asimilaron los players que la cosa iba en serio, el neozelandés introdujo variantes, fundamentalmente, en el puesto de apertura, en el que alternaron Gonzalo Quesada y Felipe Contepomi, los más prolíficos ejecutores argentinos, quienes culminaron puliendo sus depurados kicks en el mismísimo escenario que albergaría el encuentro. Por lo demás, se dio la constante de que Wyllie no pudo parar de entrada el mismo equipo en ninguna de las actuaciones pumas. Finalmente, cercado por su afección en el aductor, Sporleder debió ceder su lugar a Gonzalo Longo, quien retornó a su función de octavo con el consiguiente desplazamiento de Nacho Fernández Lobbe a la segunda línea. A su vez, se produjo el regreso desde su pago natural de Roberto Grau -allí donde había sido padre- caducada la pena que fuera instado a purgar, aunque a ser candidato al banco de suplentes.
     Ya no había tiempo para más. El duelo a todo o nada, a disputarse el miércoles 20 de octubre de 1999, no admitía matices...¿O sí? Pese a que es un resultado sumamente infrecuente en el rugby, la organización de la RWC determinó que en caso de que el encuentro terminara igualado una vez agotados los 80' reglamentarios, el mismo se dirimiera así: después de recuperar fugazmente el aliento, las partes involucradas se ceñirían a una prórroga de 10'; si al cabo de ese lapso se mantuviera el empate, se adjudicaría el cotejo el seleccionado que mayor número de tries hubiere marcado; de persistir la paridad, desnivelaría aquel que hubiera padecido menos expulsados en sus filas; y/o, por fin, el método más injusto, azaroso. En presencia de los mánagers de ambos conjuntos, se procedería al sorteo consistente en el lanzamiento de una moneda para decidir cuál de los dos combinados se acreditaría la victoria.
                                                             

      Aunque de arranque insinuaron estar a gusto con el amplio espectro de posibilidades que ofrecía una supuesta igualdad, por la cantidad de errores que se sucedían en ambos conjuntos en el control de la pelota y en formaciones fijas y móviles, fue el que menos equivocaciones, faltas cometió el equipo que abrió el tanteador. De ahí que el apertura David Humphreys pusiera adelante a Irlanda (6-0) tras los penales de Rolando Martin -ingreso indebido en un ruck- y del que en conjunto propiciaron los pilares Mauricio Reggiardo y Omar Hasan por tackle alto, a los 3' y 6', respectivamente.
     Enseguida nomás se cristalizó la reacción argentina. Luego del cajón ensayado por Pichot que derivó en knock-on del full-back irlandés Conor O'Shea para la recuperación del balón por parte de Argentina, la marca en off-side del combinado europeo suscitó que a los 9' Gonzalo Quesada pidiera palos y también sumara de a tres, lo que no consiguió Humphreys al intentar su drop 1' más tarde.
     Eso sí, el apertura europeo se desquitó de su semejante albiceleste cuando convirtió el penal con que el Trébol amplió cifras a los 15', a lo que siguió el errático drop-goal del exHindú.
      Apenas 2' después, el juego continuado de los forwards de Los Pumas derivó en la apilada del Yanqui Martin, quien se cortó por el centro del field, eludió a tres contrincantes y, antes de ser derribado por un tackle, cedió el balón al Nani Corleto. El exfull-back de CUBA penetró los 22 metros rivales y, luego de ser tumbado, se formó el ruck y la consecuente marca en posición adelantada de los irlandeses para el nuevo penal señalado por el Queso a los 19', de inmediata reincidencia para decretar el empate 9 a 9.
      Humphreys emuló, a los 26',y 31', el doblete del "10" argentino que convalidó el 15-9 para Irlanda, resultado parcial que los hombres de verde habrían engrosado en los últimos 10' del primer tiempo si no hubieran titubeado en lo competente a tomar decisiones apropiadas en el momento crítico de ciertas jugadas. Por ejemplo, la maniobra ofensiva en la que el segunda línea Malcolm O'Kelly se lució en la obtención del line para la inmediata progresión del pack europeo en las cinco argentinas, previa a la penalizada interrupción de Phelan. En lugar de patear a los palos, se imponía forzar el probable try arremetiendo con los gordos.
      Tampoco supieron capitalizar las desinteligencias del contrario. Después de que el actual entrenador de Los Pumas, el hooker Mario Ledesma, lanzara con inusitada deficiencia el balón al medio de las hileras y el mismo sobrara a los receptores ubicados en la cola del line albiceleste, el encuentro entre Humpreys y el insider Kevin Maggs a pocos metros del ingoal adversario degeneró en scrum para Argentina por pase para adelante del shoteador irlandés. La tranquilidad relativa llegó para los Tréboles al marrar Quesada el penal que en el descuento le fuera concecido a su equipo. De ese modo, permaneció invariable el 15 a 9 para los comandados por Warren Gatland.

                                                               

      El despuntar del complemento reprodujo la relativa preeminencia irlandesa del último lapso del período de iniciación, aunque con una diferencia notable: la cautelosa administración de la ventaja en el resultado de que gozaban monopolizando la posesión de la pelota a instancias del despliegue en el juego de manos de sus backs, las precisas patadas de su apertura en procura del touch con objeto de ganar crecientes metros en ataque -o para cargar en las 25 yardas rivales- y el sólido empuje de sus delanteros más allá de que estos repartieran formaciones. Así, no demoraron excesivamente en llegar el penal y el drop ejecutados por David Humphreys, a los 2' y 4' -en ese orden de concreción-, que contribuyeron a que los Tréboles estuvieran 21-9 arriba.
      Los penales de Quesada a los 7' y 16' le insuflaron ingentes dosis de esperanzas al conjunto argentino, lo que no impidió que por esa vía el apertura europeo estirara cifras a los 20'. Fue cuando Alex Wyllie -sentado en la platea en compañía de Gonzalo Beccar Varela, expuma y centro de CASI que cumplía similar tarea a la de Albarracín- comprendió que la falta de respuestas positivas de la alineación en cancha se las podían brindar los sustitutos que aguardaban su oportunidad en el banco de relevos. Por tanto, Grizz apuró el cambio del jugador con mayor número de caps en la historia del equipo nacional, Felipe Contepomi, por el amonestado Ignacio Corleto, que procedió al de Scelzo por Hasan.
     Con el ingreso del Mellizo, a quien Quesada cedió el rol de apertura para oficiar por primera vez de  full-back vistiendo la casaca del seleccionado, el de Nueva Zelanda buscaba mayor gravitación, vehemencia en ofensiva a la par que resguardaba al hoy técnico de Jaguares para que el team celeste y blanco se beneficiara de sus kicks en plan de reversión de un score que, promediando los segundos 40', le estaba valiendo la eliminación. El penal señalado por el Queso a los 24' fue la señal inequívoca de que la estrategia de Wyllie se asomaba por demás provechosa pues a partir de allí comenzó otro partido, diametralmente opuesto.
      Efectivamente, a la evolutiva mejoría de los tres cuartos se le plegó la de los forwards. Concebida como una indisoluble confluencia de ambas partes, la Selección Nacional demostró, al igual que contra Gales y Samoa, que era graduada con honores en la asignatura de oponerle temple a la adversidad en el trámite y el resultado. Consciente de ello, hasta la otrora esquiva fortuna le sonreía, tal como lo corroboró el frustrado drop ensayado a los 67' por Humphreys que pegó en uno de los postes superiores de la H defendida por los albicelestes.
      Primer aviso de try a través de una maniobra tripartita en la que Liso Arbizu habilitara mediante un exquisito rever pass la entrada del Bocha Ledesma para que este -de sombrerito- asistiera a Pichot y el Fichín se la jugara a metros del ingoal irlandés con una patada a rastrón , que no prosperó producto del salvador despeje con su botín del ala Kiero Dawson, se produjo a los 72' la conquista culminante de la gélida tarde-noche de Lens.
     Aun retrocediendo el pack argentino ante el push coordinado de la delantera rival, Ledesma consiguió taconear el balón y el medio scrum albiceleste obtenerlo limpiamente para abrir juego con F. Contepomi. El segundo máximo goleador de la historia de la Selección Argentina -solo superado por Nico Sánchez- contempló la entrada de Gonzalo Camardón, quien salteó a Eduardo Simone en virtud de habilitar el pique demoledor de Diego Albanese, autor del try convertido por Quesada cuya celebración haciendo un "montoncito" -según su literal descripción del gesto- remite a una humorada que causaba hondas risotadas en su grupo dilecto de amistades, para que de una vez por todas Argentina pasara a dominar el marcador (25-24).

                                                             

     Bajar la guardia tras el penal rubricado a los 79' por Quesada, derivado de una infracción en el scrum de los doblegados delanteros irlandeses, no habría sido sino sucumbir a la más abismal ingenuidad. Ya en tiempo adicional al reglamentario, el juez asistente Peter Marshall -tan australiano como el árbitro Stuart Dickinson- acaparó la escena blandiendo un cartel que indicaba se jugarían tanto como ¡ocho minutos de prórroga!, a partir de los cuales Los Pumas, genuinamente yaguaretés, defendieron la victoria como inclaudicables leones.
     Nobleza obliga, los irlandeses lo intentaron todo. Sin embargo, los 15 jugadores argentinos convergieron en un muralla infranqueable que repelió a tackle limpio los sistemáticos embates de su oponente. Parapetados casi exclusivamente en la línea de su ingoal, los albicelestes se cansaron de voltear muñecos que pretendían invadir de prepo la vital zona custodiada con renovado celo. Rucks, mauls,penales en contra...No hubo manera de perforar el acorazado dique de contención.
      Por fin, el pitazo que coronó el eterno partido, el sueño devenido realidad, la vendetta de Irlanda que habría de esperar cuatro largos años, la algarabía de los trescientos adherentes argentinos que deliraban en las tribunas y las lágrimas que ganaban las expresiones de los colosales pumas.
                       
                                                         
     Así como sucediera antes en la imperecedera gira de 1965 que les legó su mote por antonomasia en ocasión de la jornada triunfal frente a Sudáfrica-escudados bajo el seudónimo de Sudamérica XV- en aquel 21-12 en Bloemfontein, el día posterior al desembarco de las tropas patriotas en las Islas Malvinas en pleno conflicto bélico con Inglaterra; con la primera y única victoria como visitante sobre Australia (18-3), en 1983; con la igualdad en 21 tantos con los All Blacks en Ferro, en 1985, el más favorable resultado conseguido frente a Nueva Zelanda; y con el 21 a 12 con que se impuso como nunca antes a Francia en su territorio (1992), entre muchos otros. Del mismo modo que ocurrió después en virtud de haberse impuesto a La Rosa en Twickenham por 25-18, en 2006; al cabo del tercer puesto cosechado en la Copa del Mundo 2007, en donde venció en dos oportunidades a los galos, seleccionado anfitrión; al igual que en el certamen ecuménico de 2015, en el que nuevamente accedió a semifinales aunque ocupando la cuarta colocación; y  de las derrotas que le infligió a Wallabies y Springboks en el Four Nations...En la profesional Copa del Mundo de Gales 1999, los amateurs Pumas protagonizaron uno de los tantas gestas del rugby nacional a lo largo de su existencia, un acontecimiento bisagra por haber sido hasta aquel año el que le significó su primer acceso a los cuartos de final.
     Se acepta que la crónica de la campaña albiceleste en la cuarta edición de la RWC no estaría completa si se omite la caída ante Francia por 26-47 que decretó la eliminación puma. Lejos de la conducta evasiva, nadie que se precie de haberse emocionado con la superadora campaña podrá olvidar a verdugos como los trymen Xavier Garbajosa y el entrecano Philippe Bernat-Salles, el platinado Thomas Castagneide, los fecundos kicks de Christophe Lamaison y el arrollador porte del hooker y capitán de Les Bleus, Raphael Ibañez. El superlativo rendimiento del equipo galo se prolongó en semis al despachar a los All Blacks (43-31), pese a que en la confrontación definitoria en que se impuso por 35 a 12 y, de esa manera, conquistó su segundo título en la especialidad fue Australia, que contaba en sus filas con el Pato Noriega, el único argentino que se consagró mundialmente como jugador . Así como habían sido austeros en el postriunfo ante Irlanda, los rugbiers albicelestes procedieron con hidalguía en la derrota reconociendo la superioridad del rival.
     Como consecuencia de su revés en el duelo que sostuvieron con los franceses, Los Pumas,
considerados la auténtica revelación del certamen, se ubicaron quintos en la tabla de posiciones
general. Más allá del destacado funcionamiento colectivo de los dirigidos por Alex Wyllie, la mención individual citó la prominente personalidad de Gonzalo Quesada, top scorer del Mundial con 102 tantos -Jonah Lomu fue por segunda ocasión consecutiva el jugador que más tries anotó, 8-, merecedor asimismo del Premio Olimpia de Oro al mejor deportista argentino de la temporada 1999 y el Diploma Konex al Mérito al año siguiente, en el que se formalizó su pase al rugby profesional al fichar para el Narbonne francés.

                                             

       Por su parte, a raíz de un imprudencia administrativa de la empresa aérea designada por los organizadores de la Copa del Mundo, el resto del plantel -a excepción de quienes aprovecharon su estancia en Europa para conocer el Viejo Continente con mayor profundidad y los que estaban negociando su transferencia al rugby rentado- retornó al país en distintos vuelos de British Airways, compañía con la que igualmente habían partido rumbo a Gales. El primero de ellos, compuesto entre otros por Gonzalo Quesada, Fichín Pichot, el Bocha Ledesma, el Tati Phelan, Nacho Fernández Lobbe, los hermano Contepomi y Eduardo Simone, arribó al Aeropuerto de Ezeiza a las 07.30 de la mañana del martes 26 de octubre. Finalizada la rueda de prensa concedida, los rugbiers, una vez pisaron el hall central, fueron recibidos con loas y vítores por más de 500 fanáticos.
      A medida que fueron regresando los jugadores rezagados, la popularidad y las intervenciones mediáticas de los protagonistas estelares del batacazo se multiplicaron. Incluso, en un contexto de traspaso del bastón presidencial, Los Pumas visitaron tanto al jefe de Estado saliente, Carlos Saúl Menem -en irremontable declive de su imagen-, como al primer magistrado electo tan solo tres días antes de LA vuelta, el recientemente fallecido Fernando de la Rúa, cuya discontinuada gestión producto de una terminal crisis social, política y económica se inició el 10 de diciembre de 1999.
      Cuando la inminente Copa del Mundo de Japón se halle en las instancias definitorias de su desarrollo, se habrán cumplido 20 años de la epopeya de la Selección Nacional en Gales. En el Lejano Oriente, Los Pumas debutarán este sábado 21 de setiembre a las 04.15 -hora argentina- con Francia, por la fase regular de la magna competencia.
       El entrenador del combinado nacional es el mismísimo Mario Ledesma, quien afrontará su quinta experiencia en la RWC, sumadas sus cuatro participaciones como hooker y referente del equipo. De su staff destacan viejos compañeros de jornadas gloriosas como su assistant coach, Nicolás Fernández Miranda -técnico de los tres cuartos albicelestes así como su hermano Manasa se encarga de la planificación defensiva del equipo- y Gonzalo Longo como mánager de la UAR, además de otros exrugbiers con antecedentes en el conjunto argentino: el Negro Martín Gaitán -mundialista en Australia 2003- y Juan Fernández Lobbe -hermano de Ignacio-, de apreciable rendimiento en Francia 2007 y Nueva Zelanda 2011. Si tan experimentados valores, que libraron batallas épicas en el terreno de juego, consiguen inculcarles a sus jugadores aquel voraz afán de superación e imbuirlos de la indómita esencia puma, solo resta predisponerse a vivir otro suceso de nuestro rugby.

     (*) Los encuentros excluidos del historial son los siguientes:
      Argentina 3 - Irlanda 3  Estadio GEBA (1952)
      Argentina 0 - Irlanda 6  Ídem
      Argentina 8 - Irlanda 3  Estadio Ferro Carril Oeste
      Argentina 6 - Irlanda 3  Ídem
      Irlanda 21 - Argentina 8 Landsdowne Road Stadium

                                           
                                La jornada esta aquí

       Argentina (18): M.Contepomi; Bartolucci (Camardón), Simone, Arbizu (C), Albanese; Quesada, A.Pichot; Longo, Ostiglia (R.Martin), Phelan; I.Fernández Lobbe, Allub; Reggiardo (Hasan), Ledesma, Grau. HC: A.Wyllie.
       Gales (23): Howarth; James, Gibbs (Jones-Hughes), Taylor, Thomas; N.Jenkins, R. Howley; S.Quinnell, Sinkinson, Charvis; Wyatt, C.Quinnell; Young, G.Jenkins, Rogers. HC: G.Henry.
         Partido inaugural de la Copa del Mundo de Gales 1999, correspondiente al Grupo D, jugado el viernes 1 de octubre del mismo año.
        Estadio: Millennium, Cardiff (Gales).
        Árbitro: Paddy O' Brien (Nueva Zelanda).
        Tantos: PT: 19', 24' Y 39, penales de Quesada (A); 26' y 30', penales de N.Jenkins (G); 42'; try de Charvis convertido por N.Jenkins (G). ST: 8', try de Taylor convertido por N.Jenkins (G); 22', 27 y 32', penales de Quesada (A).
        Incidencias: no hubo.


        Argentina (32): M.Contepomi, Bartolucci (Camardón), Simone, Arbizu (C), Albanese; Quesada, Pichot; Longo (Ruiz), R. Martin, Phelan; Allub, I. Fernández Lobbe; Hasan (Scelzo), Ledesma, Reggiardo. HC: A.Wyllie.
         Samoa (16): Leaega; So'Oalo, Leaupepe, Tuigamala, Brian Lima; Bachop (Vili), So'Oialo; Lam (C), Paramore, Ta'Ala, Tone (Toleafoa), Palepoi (Matauiau); Ale, Leota (Fenauti), Reidy (Mika). HC: B. Williams.
           Partido correspondiente a la segunda fecha del Grupo D de la Copa del Mundo de Gales 1999, jugado el domingo 10 de octubre del mismo año.
          Estadio: Stradey Park, Llanelli (Gales).
          Árbitro: Wayne Erickson (Australia).
          Tantos: PT: 18', 35' y 39', penales de Leaega (S); 24' try de Paramore converido por Leaega (S); 29', penal de Quesada (A). ST: 2', 6', 11', 26', 36 ' Y 42', penales de Quesada (A); 3', drop-goal de Quesada (A); 29', try de Allub (A).
          Incidencias: no hubo.


          Argentina (33): Corleto; Camardón, Simone, Arbizu (C), Albanese; Quesada (F.Contepomi), Pichot, I.Fernández Lobbe, R. Martin, Phelan (Ostiglia), Sporleder (Ruiz), Allub; Hasan, Ledesma, Reggiardo. HC: A. Wyllie.
          Japón (12): Matsuda; Ohata, McCormick (C), Motoki, Tuidrake; Hirose, Bachop, Joseph, Smith, Okubo (Ito); Tanuma, Gordon; Oguchi (Nakamura), Kunda (Sakata), Nakamishi (Hazegawa). HC: S. Hirao.
            Partido correspondiente a la tercera fecha del Grupo D de la Copa del Mundo de Gales 1999, jugado el sábado 16 de octubre del mismo año.
           Estadio: Millennium, Cardiff (Gales).
           Árbitro: Stuart Dickinson (Australia).
           Tantos: PT: 9', 20', 33' y 38', penales de Quesada (A); 22' y 40', penales de Hirose (J); 28', try de A.Pichot (A). ST: 5', 14' y 23', penales de Quesada (A); 9', penal de Hirose (J); 43', try de Albanese convertido por F.Contepomi (A).
           Incidencias: no hubo.

           
           Argentina (28): Corleto (F.Contepomi); Camardón, Simone, Arbizu (C), Albanese; Quesada, A. Pichot; Longo, R. Martin, Phelan; I.González Lobbe, Allub; Hasan (Scelzo), Ledesma, Reggiardo. HC: A. Wyllie.
            Irlanda (24): O'Shea; Bishop, Driscoll, Maggs, Mostyn; Humpreys, Tierney; O'Cunnieagain (C), Dawson; Ward; O'Kelly, Davidson, P. Wallace, Wood, Corrigan. HC: W.Galland.
            Partido correspondiente a los play-offs válidos por la clasificación a cuartos de final de la Copa del Mundo de Gales 1999, jugado el jueves 20 de octubre del mismo año.
            Estadio: Feliz Bollaert, Lens (Francia).
            Árbitro: Stuart Dickinson (Australia).
            Tantos: PT: 3', 7' 15', 26' y 31', penales de Humpreys (I); 9', 19' y 24', penales de Quesada (A). ST: 2' y 20', penales de Humpreys (I); 4', drop-goal de Humpreys (I); 7', 16', 24' y 39', penales de Quesada (A); 32', try de Albanese convertido por Quesada (A).
            Incidencias: no hubo.


            Argentina (26): Corleto; Camardón, Simone (M.Contepomi), Arbizu (C), Albanese; Quesada (F.Contepomi), Pichot (N.Fernández Miranda); Longo, R.Martín, Phelan (Ostiglia); Allub, I.Fernández Lobbe (Ruiz), Reggiardo (Scelzo), Ledesma (Canalda), Grau. HC: A.Wyllie.
            Francia (47): Garbajosa (Mola); Bernat-Salles, Dourthe (Glas), N'Tamack, Dominici; Lamaison, Galthié (Castaignede); Juillet (Costes), Magne, Lievremont; Brouzet, Benazzi (Auradou); Tournaire, Ibañez (Dal Maso), Soulette (de Villiers). HC: J.K.Skrela.
            Partido correspondiente a los cuartos de final de la Copa del Mundo de Gales 1999, jugado el lunes 24 de octubre del mismo año.
            Estadio:  Lansdowne Road, Dublin (Irlanda).
            Árbitro: Derek Brevan (Gales).
            Tantos: PT: 2' y 33', penales de Lamaison (F); 6', 10' y 27', tries de Garbajosa, Bernat Salles y N'Tamack, todos convertidos por Lamaison (F); 22' y 41', tries de A.Pichot y Arbizu, ambos convertidos por Quesada (A). ST: 11' y 32', penales de Lamaison (F); 14', penal de Quesada (A); 30', penal de F.Contepomi (A); 33' y 37', tries de Bernat-Salles y Garbajosa, ambos convertidos por Lamaison (F).
            Incidencias: no hubo.


           
         

 
   
           



       
         


                                                                                 
       
       
     
     
     
     

     
     
     
     
   
   
   

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