domingo, 3 de abril de 2016

                            Hugo porta: la hazaña del día después


                                     
     Aquí mismo, el foco de conflicto se empeñaba en enseñar su faceta más despiadada. En suelo patrio, los alcances de un nuevo fracaso del modelo económico implementado por la última dictadura cívico-militar, cuyos innumerables ultrajes a los derechos humanos comenzaban a trascender masivamente, promovieron a fines de marzo de 1982 una multitudinaria movilización convocada por la CGT Brasil, encabezada por Saúl Ubaldini, en Plaza de Mayo, bajo el lema "paz, pan y trabajo", a la que suscribió un pueblo que ya se animaba a manifestar de cuerpo presente su repudio al gobierno de facto. El saldo de la represión ordenada por los popes castrenses resultó inclemente: un muerto y miles de heridos en todo el país, puesto que el rebote de la concentración en la Ciudad de Buenos Aires había llegado hasta sitios tan lejanos entre sí como Rosario, Mendoza y Mar del Plata. Faltaba más: luego de que un contingente de obreros fuera contratados por el empresario Constantino Davidoff , para efectuar obras de desmantelamiento en factorías balleneras pertenecientes a las Islas Georgias, cometieran la osadía de izar la divisa argentina en feudo ajeno, los británicos, provistos de buques de guerra y maniobras intimidatorias, arriaron el pabellón celeste y blanco -al tiempo que tildaron de "invasores" a los operarios- y los exhortaron a abandonar el lugar. De ahí el recrudecimiento de la puja que desde hacía prácticamente 150 años sostenían Argentina e Inglaterra por la posesión del archipiélago del Atlántico Sur; y con ella, las crecientes rumores que aseguraban inminentemente se desataría un enfrentamiento bélico entre ambas naciones, con epicentro en las Islas Malvinas.

                                                   

       Allá, lejos, en el mal llamado Continente Negro, el aciago panorama no le iba en saga a lo acontecido en la porción más austral del territorio sudamericano. Si bien próxima su erradicación, cundían en la República de Sudáfrica los efectos de la política de segregación racial conocida como Apartheid, que en afrikaans -idioma derivado del neerlandés medio, no exactamente de Holanda- significa separación. La pretendida supremacía blanca se plasmó, fundamentalmente, a través de la irrupción del Population Registration Act, que estableció en el plano jurídico una jerarquía proclive a prevalecer por sobre las razas mestiza , asiática o negra; así como en el ámbito regional mediante la instauración de las denominados Bantustanes, reservas a modo de tribu destinados a los sudafricanos -y habitantes de la actual Namibia- no blancos, por parte del Group Areas Act.
       Pese a que se estima que se constituyó legalmente en 1948, la raza negra ya sufría desde hacía varios siglos el flagelo del Apartheid al que la confinara, inicialmente, los afrikáner, colonos blancos de origen holandés. No obstante, el entonces Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda, ubicado estratégicamente en la zona, habida cuenta de la creación de la Colonia del Cabo, no contemplaba tal discriminación, lo que derivaría con el paso de los años en el desencadenamiento de las Guerras de los Bóeres y la ulterior expulsión de Sudáfrica de la Commonwealth (1960), sumado a la petición de sanciones ejemplares encabezada por la ONU.
        Las sucesivas exclusiones que Sudáfrica afrontaría de allí en más se extendieron incluso a las competencias deportivas de mayor relevancia, como la Copa del Mundo de fútbol, producto de la suspensión que recayera sobre la asociación sudafricana -reservada exclusivamente para blancos-, en 1964; o la prohibición de participar en los Juegos Olímpicos a partir de la trágica edición de Munich 1972. De hecho, hasta a la Selección Nacional de Rugby, conocida como los Springboks, una de las potencias por antonomasia de la especialidad, se le dificultaba sobremanera la posibilidad de confrontar internacionalmente, en épocas en que el indicador fiable para probar la performance de un equipo del Hemisferio Sur limitado en su accionar lo otorgaban los test-matches, pues recién en 1987 se disputaría el primer mundial y nueve años más tarde, se inauguraría el certamen conocido como Tres Naciones (1).

                                                   

        El veto que pesaba-inclusive- sobre los Boks, al que se plegaba el boicot de los jerarcas de la junta militar de nuestro país -experimentada en materia de sabotaje, al desertar en virtud de la celebración de los JJ.OO de Moscú 1980-, a efectos de evitar la competición directa con la nación sudafricana por su política segregacionista (2), solicitó al más agudo ingenio de la cúpula directiva de la UAR, deseosa de emular la hazaña por la que la Selección Argentina fuera rebautizada definitivamente como Los Pumas (3).
        En esa dirección, se tornó imprescindible la intervención del titular de la South African Rugby Union, Danie Craven, a su vez ideólogo de la imperecedera gira de 1965 -y de la de 1971- que coronara la inmortal palomita de Marcelo Pascual , en el inolvidable triunfo ante los Junior Springboks por 11 a 6, en el estadio Ellis Park de Johannesburgo. ¿La solución? La misma que propiciara los enfrentamientos ante el combinado sudafricano en 1980 (4). Al igual que en las temporadas inmediatamente anteriores, Los Pumas lograrían burlar el cerco impuesto por la dictadura bajo el mote de Sudamérica XV, cuyo plantel estaba integrado por 30 jugadores argentinos, entre los que sobresalían valores de la talla de su apertura y capitán, Hugo Porta, el mejor rugbier de la historia de nuestro país ; Rafael Madero -padre de Benjamín- y Marcelo Loffreda, pareja de centros; Eliseo Branca, segunda línea; Serafín Dengra, entonces ascendente pilar izquierdo; y un escurridizo wing tres cuartos de destacado desempeño en CASI, quien pasaría a la posteridad como uno de los exponentes de una banda dedicada al secuestro extorsivo y a los asesinatos: Alejandro Puccio. A ellos se sumaron cinco elementos uruguayos, cinco chilenos y dos paraguayos, que dotaban de mayor sentido al hábil ardid pergeñado.
        Con objeto de evitar represalias, Los Pum....este... la alineación de Sudamérica XV cuidó celosamente del más mínimo detalle; por caso, su vestimenta: en cada uno de los compromisos que habría de asumir luciría una casaca blanca de mangas largas, con una gruesa franja azul, roja y amarilla, con cuello y puños verdes y un escudo en el que se adivinaban las figuras de un yaguareté, un yacaré, un tero y un cóndor (5). El particular atuendo, que se completaba con un short azul oscuro y medias naranjas con motivos celestes, pareció sentarle a medida al equipo visitante, a instancias de la seguidilla de victorias obtenidas ante Griqualand (43-4), North Eastern (72-3), Natal (16-10), Western Transvaal (30-18) y Northern Free State (18-12); antes de la paliza que le infligieran los Springboks en el primer test-match al ser batido por 50-18 estadio Loftus Versfeld de Pretoria, capital administrativa de la República de Sudáfrica.
Allí, pese a que en el team local, en el que sobresalieron el apertura Naas Botha, los hermanos Carel y Willie Du Plessis, wing e insider, respectivamente; el centro Danie Gerber y el tercera línea Wynand Claasen, redondeara la holgada victoria en los últimos 15 minutos del partido, había predominado ampliamente a lo largo del desarrollo mediante una propuesta sumamente eficaz: el juego cerrado de sus forwards y la circulación de la guinda usufructuando los desacoples de los tres cuartos rivales.
         En la vigilia del desquite programado para el sábado 3 de abril de 1982, ya se habían producido dos acontecimientos destinados a perpetuarse en los anales de nuestro país: 1) la arenga de tinte belicista realizada por el presidente inconstitucional, Leopoldo Fortunato Galtieri ("...si quieren venir, que vengan..."), en la mismísima Plaza de Mayo de la brutal represión del 30 de marzo, organizada por la CGT, que vivaba a ese general a quien le dedicara gruesos improperios sólo 72 horas atrás 2) el desembarco de las tropas argentinas en las Islas Malvinas, ocurrido el 02/04, con la consecuente recuperación del preciado territorio en aras del cumplimiento de la denominada Operación Rosario, en la que se suscitara el primer deceso entre  huestes patrias en los 74 días que duraría el conflicto: el Capitán de Fragata, Pedro Edgardo Giachino.
         Una vez enterados de la contienda bélica acaecida en el Atlántico Sur, los responsables de la delegación argen...¡sudamericana! temían que el cotejo fuese cancelado. Nada mejor que la respuesta brindada desde la embajada argentina vía Ciudad del Cabo, capital legislativa sudafricana, a Carlos Tozzi, entonces vicepresidente de la UAR: "Ustedes lo único que tienen que hacer es ganar."
         Los rugbiers argentinos -más ARGENTINOS que nunca en ese momento-, quienes habían recibido con júbilo la noticia de la recuperación de las Malvinas, se juramentaron, amén de redimirse de la deslucida performance ofrecida en Pretoria, rendirle honores a los connacionales que habían sido reclutados para combatir en el distante y hostil archipiélago.


                                               


           No extrañó, por tanto, el ímpetu con que la escuadra sudamericana arremetió contra su oponente, conformado exclusivamente por rugbiers de raza blanca, apenas iniciado el encuentro. Claro que el predominio de los Jaguars -así llamaban al equipo capitaneado por Porta los sudafricanos, quienes no eran ningunos tontos y sabían que estaban enfrentando al representativo celeste y blanco-, pese a que prevalecieran sus delanteros en formaciones fijas y móviles, y la sofocante presión de sus backs, resultó eminentemente territorial, pues el tramo inicial del primer período se caracterizó por la paridad en el tanteador. Luego de ensayar un drop-goal desde un ángulo imposible, que malogró por escasos centímetros, Porta acertó sendos penales a los 10' y 13', por la misma vía que igualara Botha a los 11'.
           Progresivamente, los boks, comandados por la estrella guía de su apertura, comenzaron a gravitar en campo adversario con el adelantamiento de sus backs, al ser superados sus forwards por el pack visitante.
           A ese efecto, una escapada de Gerber buscando el banderín derecho del in-goal sudamericano hasta apoyar justo debajo de la hache, con lo que el elenco anfitrión estableció el 9-6 transitorio (6).
           Lo que procedió al triunfo parcial de Sudáfrica fue lo que bien podía denominarse como El show de Porta, quien en sólo seis minutos logró revertir el score en virtud de tres brillantes intervenciones: los penales que, desde incómodas posiciones, marcara a los 29' y 35', y el try convertido por el propio exapertura de Banco Nación, a los 32'. De ese modo, el equipo dirigido por Rodolfo O' Reilly y José Argento se marchó al intervalo con una justa ventaja a su favor: 18 a 9.
           Durante la segunda mitad, el apremio de los locales por revertir el adverso marcador obligó a un lógico repliegue de los Jaguars. No obstante, la férrea resistencia opuesta por los tackles conjuntos de los gordos y los tres cuartos de la visita no hicieron sino aflorar la impotencia de los springboks. Tanto, que ni siquiera el descuento, producto del penal aportado a los 13' por Botha, aplacó sus beligerantes ánimos. En cambio, se abocaron a la agresión artera y, por consiguiente, a la gresca , como la que provocaran a los 20', en la que abundaron trompadas, patadas y codazos.
           Aun así, Sudáfrica, con un 12-18 parcial en su contra, todavía contaba con posibilidades de acreditarse el match. Sin embargo, Botha dilapidó una patada a los palos relativamente accesible en un instante crucial del partido, cuya resolución se inclinó inexorablemente para el lado de Los Pumas-¿quiénes, si no?- a través del drop de Porta, la figura indiscutida del cotejo, que sentenció el épico triunfo argentino por 21 a 12, con todos los tantos del combinado nacional anotados por él mismo.

                                                 


            Consumada la epopeya, los rugbiers argentinos, embargados por el llanto, se fundieron espontáneamente en un solo abrazo, en mitad del campo de juego del Free State Stadium. A la par, los 21.000 espectadores tributaron a los vencedores un cálido aplauso aunque, desde ya, no con la intensidad que saludarían el título que se adjudicarían los Springboks como locales en su debut mundialista, en 1995, tres años después de la abolición del Apartheid, con su más emblemático líder espiritual, Nelson Mandela, ungido como Jefe de Estado.
            Respecto del héroe de la jornada, los medios gráficos sudafricanos le rindieron pleitesía."Blunder Boks crash to the sensational Porta" ("Los confundidos Boks se estrellaron ante el sensacional Porta"), destacó en su portada el periódico Sunday Times, mientras que un encabezado del suplemento deportivo del Sunday Express rezaba: "Porta 21- Boks 12."
            El apertura de Banco Nación, considerado entonces el mejor del mundo en su puesto a juicio de las mayores eminencias en la materia, era plenamente consciente de su inestimable contribución a una nueva gesta del rugby argentino. "Fue lo más importante de mi vida deportiva", aseveró el capitán de Los Pumas. Aunque tampoco se olvidó de la auspiciosa labor de sus compañeros; en especial, la de los delanteros de su equipo: "Este triunfo se lo debemos a los forwards. Ganaron los line-out, robaron en los fijos y lucharon de igual a igual en el juego suelto."
            Vueltos al país, los miembros de la delegación argentina fueron recibidos por 500 entusiastas adherentes, que coparon las instalaciones del Aeropuerto Internacional Ministro Pistarini de Ezeiza.
            Al ser consultado el plantel por su parecer acerca del conflicto bélico que mantenían Argentina y Gran Bretaña. "Las noticias de la recuperación de las Islas Malvinas nos la dio el presidente de la UAR, General Domingo Bereciartúa. Todos nos emocionamos: no lo podíamos creer; nos alegró sobremanera. Sólo faltaba ganarles a los Springboks y lo conseguimos. Ambos acontecimientos los festejamos hasta nuestra llegada", afirmó el exmedioscrum del SIC.
            Alejandro Puccio, entonces eximio wing de CASI, reforzó los conceptos vertidos por su compañero: "Estábamos para ganar. La noche anterior al partido estuvimos hablando hasta la madrugada. Esa concentración nos ayudó mucho porque todos entraron en la cancha con ganas de dejarlo todo."
            Presto a abandonar la terminal aérea, Porta resaltó: "Este triunfo fue de todo el rugby y solo un pedacito de todos nosotros (del equipo que se impuso a los Springboks)". Por último, el exquisito exapertura se animó a esbozar un vaticinio que con el paso del tiempo devendría  realidad: "(La obtenida ante Sudáfrica) fue una victoria muy importante, no la más importante; ya que puede haber otras y de eso estoy seguro".
           La verdad es que el más talentoso jugador del rugby argentino poseía un admirable sentido de proyección hacia el futuro, pues él mismo se convertiría en protagonista estelar de la encomiable victoria por 24 a 16 sobre Francia -la primera que registre la historia de Los Pumas- y del más que digno empate ante los All Blacks por 21-21 (el resultado más favorable que se haya conseguido ante la Selección de Nueva Zelanda), ambas en 1985.
           Es más, una vez se retiró del deporte que tantas satisfacciones le reportara, Porta estrechó lazos con la República de Sudáfrica al nominarlo en 1991 el entonces  de la Nación, Carlos Saúl Menem, Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de Argentina, en pos de reanudar las relaciones diplomáticas con el país africano viciado por la segregación del Apartheid, interrumpidas desde 1986. Fue allí que trabó amistad con Nelson Mandela, quien como prueba fehaciente del idilio que los unía organizó un partido de fútbol entre las selecciones de ambos países en un estadio exclusivamente destinado a la práctica del rugby (8), el Ellis Park, en el que Los Pumas derrotaran a los Junior Springboks por 11 a 6, en 1965.
           La primera victoria conseguida por el seleccionado argentino de rugby ante el equipo titular de Sudáfrica sucedería después, mucho después... (9)
     
                 
                                               Síntesis del partido

    Sudáfrica (12): Heunis; C. Du Plessis, W. Du Plessis, Gerber y Mordt; Botha y Serfontein; Louw, Claasen y Stofberg; Moolman y Geldenhuys; Oosthuizen, Kahts y Du Toit. DT: C.Moss.
      Sudamérica XV (21): Sanguinetti; Varone, Madero, Loffreda y Puccio; Porta y Soares Gache; Allen, Ure y Negri; Devoto, Courreges y Dengra. Entrenador: R.O'Reilly-J. Argento.

       Estadio: Free State Stadium (Bloemfontein).
       Público: 20.000.
       Referee: Fransie Muller, de Sudáfrica.
       Primer tiempo: 10', penal Porta (S XV); 11', penal Botha (S); 13', penal Botha (S XV); 20', try Gerber, convertido por Botha (S); 29', penal Porta (S XV); 32', try Porta, convertido por él mismo (S XV); 35', penal Porta (S XV).
       Segundo tiempo: 13', penal Porta (S XV); 37', drop-goal Porta (S XV).


       (1) El Tri Nations (Tres Naciones en castellano) fue un triangular que disputaran desde 1996 hasta 2011 las tres potencias del Hemisferio Sur, a la vez los mejores selecciones del mundo: Nueva Zelanda, Australia y Sudáfrica; que 2012, con el ingreso de Los Pumas, pasó a denominarse Rugby Championship.

      (2)  No es que los capitostes del proceso prohibieran la competencia deportiva con Sudáfrica al horrorizarse con el Apartheid, sino porque se sabían en el ojo de la tormenta merced a la trascendencia masiva -tanto a nivel local como en el exterior- de sus incontables violaciones a los derechos humanos.

      (3) Los Pumas reciben ese mote, en la inolvidable gira de 1965 por Sudáfrica y Rodhesia del Sur (actual Zimbabwe), pues un periodista de la revista The Weekly Farmers, confundió el yaguareté del escudo de la casaca argentina con la figura de un puma. El yaguareté es un animal inhallable en el continente africano.
 
      (4) En 1980, Sudamérica XV y los Springboks se enfrentaron en cuatro oportunidades, en las que Sudáfrica se impuso como local (24-9 y 18-9, respectivamente) y como visitante, en virtud de los triunfos logrados por 22-13 (en Montevideo) y 30-16, en Santiago de Chile. Tras la gira de 1982 tratada detalladamente en la presente nota, el conjunto sudafricano recibió nuevamente a Sudamérica XV en 1984, con sendos triunfos para los locales (32-15 y 22-13, respectivamente).
 
     (5) El yaguareté representaba, obviamente, al equipo argentino; el tero, a Uruguay; el cóndor, a Chile; el yacaré, a Paraguay.

     (6) En 1982 -y hasta 1991- en el rugby union (no confundir con el rugby league), el try valía cuatro puntos. A partir de 1992 -y hasta la actualidad-, el equipo que apoya la pelota en el in-goal suma cinco tantos.

     (7) A la par que se desempeñara el primer equipo de Sudamérica XV, lo hizo el denominado Sudamerica XV "B", que concluyó su participación invicto, pues batió sucesivamente a North Western Caps (47-3), a Border (24-9), a Northern Natal (37-0), a Stella Land (40-13), a South Africa Country (38-24); antes de igualar 18-18 con Eastern Free State, y culminar su participación con una victoria sin sobresaltos ante South Africa Country por 24-4.
   
     (8) Fue el primer partido del historial futbolístico entre Argentina y Sudáfrica, que finalizó empatado en un tanto. Curiosamente, la conquista del combinado anfitrión fue anotada por Theophilus Doctor Khumalo, quien ese mismo año recalaría en Ferro, aunque su paso por el Verdolaga resultaría fugaz e intrascendente. Para los blanquicelestes, estableció la igualdad definitiva, Omar Andrés Asad.
   
     (9) El del Rugby Championship 2015 es considerado el primer triunfo de la historia ante los Springboks porque en 1965, a pesar de la hazaña rubricada, los Junior sudafricanos eran un equipo, si bien poderoso, alternativo. Asimismo, la inapelable victoria del 3 de abril de 1982, pese a que la alineación estaba compuesta íntegramente por jugadores argentinos, el mote (Sudamérica XV) se constituyó en el obstáculo insalvable por que ése fuera considerado como "el" partido con el que la Selección Argentina lograba por fin imponerse a los Springboks. Hubo que esperar, recién, hasta el segundo semestre del último año para gozar del éxito puma.

   

   
     

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