miércoles, 5 de abril de 2017

    Las Bodas de Plata del Gol del Terremoto (primera parte)

                                             
                                                                                               
         Es cierto, el tradicional enfrentamiento de la ciudad de La Plata no goza de la masividad que caracteriza al duelo entre Boca y River, no solo en el ámbito local, tal como lo certifica el prestigioso Diario inglés The Observer, que publicó en 2014 una encuesta en la que el Superclásico, siempre que se dispute en la Bombonera, es el suceso futbolístico más apasionante del planeta. Tampoco, amén del manifiesto encono que se prodigan ambos cuadros de la capital de la Provincia de Buenos Aires, puede equipararse su rivalidad a la que sostienen Rosario Central y Newell's, cuyos acérrimos hinchas odian más a "su" adversario de lo que aman a su equipo favorito. Sin embargo, el desafío que desde hace 101 años protagonizan Estudiantes y Gimnasia reúne una serie de aditamentos, acaso únicos,  que lo posicionan como uno de los espectáculos deportivos por excelencia de nuestro país.
          Ya desde su mismísima procreación se intuía el irreconciliable antagonismo que en su progresión signaría al derby platense. En ese sentido, los fundadores de la institución que bautizaron el 3 de julio de 1887 como Club de Gimnasia y Esgrima no tardarían en rendirle literal culto a la denominación de la incipiente criatura en desmedro del "deporte de los ingleses locos" (1), alias con el que antaño solía aludirse al fútbol pese a la creciente devoción que el mismo había suscitado en la legión criolla. De ahí la predilección de los hacedores de la institución que con el trascurso de los años merecería apodos como El Lobo, MensanaTripero o Basurero, por las disciplinas habitualmente dirimidas bajo techo. La pérdida del original predio al aire libre que la entidad poseía en la delimitación comprendida entre las actuales calles 1, 115, 47 y 48, lo que motivó la interrupción del debut absoluto de Gimnasia en el campeonato de la Tercera División de la Argentine Football Asociation -antecesora de AFA-, en 1905, precipitó la escisión. Resueltos los mandos superiores a priorizar las actividades eminentemente sociales,  un grupo de asociados, renuentes a acatar la voluntad de la Cúpula Directiva, solicitó su baja para forjar un espacio en el que despuntar su vicio futbolístico. Habida cuenta del orgullo que les significaba su condición de universitarios, los jóvenes disidentes no dudaron en formar el 4 de agosto de 1905, el Club Atlético Estudiantes, no obstante el conflicto que en 1912 -año de su presentación oficial en la máxima categoría de la Federación Argentina de Football, la que se adjudicaría en la temporada inmediatamente posterior (2)- derivaría en la partida de varios jugadores a Independencia -de efímera trayectoria-, antes de fusionarse esta última con...Gimnasia, en 1914.

                                                           


        Otro de los rasgos peculiares que distingue al clásico de la Ciudad de las Diagonales es la acentuada desproporción entre los laureles obtenidos por los contendientes en eterna pugna. Además del título que logró en 1913, pleno amateurismo, Estudiantes se acreditó, entre otros certámenes (3), los Campeonatos Metropolitanos de 1967 y 1982 (4), el Torneo Nacional 1983, y los Torneos Aperturas de 2006 y 2010. No conforme con su inestimable cosecha en el plano doméstico, el conjunto pincharrata -que asimismo responde al mote de Pincha o León- se coronó tetrampeón de la Copa Libertadores al primar en las ediciones de  1968, 1969 ,1970 y 2009, por no mencionar la epopeya de su consagración mundial ante el Manchester United en el mítico Estadio Old Trafford (1968) y la Copa Interamericana que sumara en 1969 al vencer al Cruz Azul de México
        A instancias del prolífico palmarés que ostenta el cuadrito de su amor en comparación con la semivacías vitrinas de su oponente, los fanáticos de Estudiantes ensayan desde hace décadas un cántico que lacera el alma de sus pares triperos: "Pasan los años, pasan los jugadores, Gimnasia (y) Esgrima, ¡qué pobre institución! Pensar que muchos viejos se murieron y no pudieron ver al Lobo campeón". En rigor a la exactitud, el hit del tablón pincharrata se corresponde más con la prolongadísima sequía que medió entre los más relevantes títulos conseguidos por el club mensana que con su supuesta carencia de logros. Después de todo, ¿cuántos equipos pueden ufanarse de haber derrotado en una final a las dos entidades más grandes del país, como hiciera Gimnasia con Boca y River, en el Campeonato de Primera División 1929 y en la Copa Centenario AFA 1993, respectivamente (5)?
        Por supuesto, los cinco descensos que sufrieran los de 60 y 118 -dirección exacta del escenario también conocido como El Bosque, en el que Gimnasia oficia de local desde 1924-,  en 1943, 1945, 1951, 1979 y 2011, distan enormemente de despertar el menor atisbo de jactancia de la parcialidad tripera,
máxime si se atiende a que Estudiantes solo perdió la categoría en dos oportunidades (1953 y 1994) para regresar inmediatamente a la élite del fútbol argentino, a diferencia de su oponente , de dilatada estadía en sus últimas incursiones en lo que hoy conocemos como Campeonato de Primera B Nacional (6).

                                                 
 
          Aun sabiéndose a merced de su contrincante por antonomasia en lo que a mérito deportivo concierne, el fervor de los estoicos seguidores de Gimnasia propició hace exactamente 25 años un acontecimiento inédito que  no solo pueden enrrostrarle a los partidarios del León, sino a su vez a cuanta hinchada se le interponga enfrente, llámese esta La 12, La Número 1 o denominaciones pomposas por el estilo. Tan insólito, electrizante, trepidante se constituyó el alarido de gol proveniente de la atestada cabecera que da(ba) a la Escuela de Educación Técnica Número Seis Albert Thomas, que además de los cimientos del Estadio Jorge Luis Hirschi -actualmente en reconstrucción (7)- se sacudió la Ciudad de La Plata toda. Si bien la convulsión se produjo como consecuencia de la inusitada celebración de la tribuna visitante, la edición centésimo trigésima del clásico resultó -resulta y resultará- igualmente emblemática -cuando no más- que el encuentro que en 1916 inauguró el historial entre triperos y pinchas, con victoria de los primeros (1-0); la máxima goleada que registra en su haber el tradicional duelo, en virtud del desarrollo del Torneo Apertura 2006; o la única serie internacional en que ambos equipos confrontaran, por la segunda fase de la Copa Sudamericana 2014, en la que prevaleció Estudiantes. Es que en aquella oportunidad, el fenómeno no se corporizó precisamente en el verde césped...




                            El partido que "sacudió" el historial
                               

     Lejos de sus jornadas de mayor atractivo, la víspera del clásico platense, correspondiente a la séptima fecha del Torneo Clausura 1992, se insinuaba devaluada tanto para los hinchas del cuadro anfitrión, Estudiantes, como para los de Gimnasia. Más allá de que el choque entre dos de los principales animadores del certamen, Newell's y Vélez -a posteriori, campeón y vice, en ese orden (9)-se erigía como el más trascendental encuentro del domingo 5 de abril de 1992, el desafío a librarse en el reducto pincharrata de 1 y 57 quedaba rezagado en comparación, producto de las deslucidas performances ofrecidas hasta entonces por los equipos de la Ciudad de las Diagonales.
     Respecto del conjunto local, cuya última actuación le había deparado un empate ante Racing (1-1), su irregular campaña lo situaba en la mitad de la tabla de posiciones, con 5 puntos, producto de 1 triunfo -ante Quilmes, de postrero descenso, por 5 a 1-, 3 igualdades y 2 derrotas. Definitivamente, el León ya no rugía como en el segundo lustro de la década de 1960, en el que bajo la dirección técnica de don Osvaldo Juan Zubeldía campeonara aquí y allá; ni siquiera, como en el bicampeonato del Metropolitano '82 y el Nacional '83, comandado, por dos de los más conspicuos discípulos del Zorro: Carlos Salvador Bilardo y Eduardo Luján Manera.
     Peor aún, el Lobo, el único de los 20 equipos participantes que en el tramo inicial del torneo no había obtenido un triunfo, ocupaba la última colocación -junto con San Lorenzo, aunque este, en contraste con Newell's, el otro representante argentino en la Copa Libertadores, presentaba una alineación alternativa en el Clausura-, con solo dos unidades. Más: el elenco tripero, cuya última victoria de carácter oficial -ante el Fortín de Liniers, por 1 a 0- se remontaba al 15 de diciembre de 1991, no lograba doblegar como visitante a su tradicional rival desde la décima fecha del Campeonato Nacional 1976, en ocasión del golazo con que el francés  Dougall José Montagnoli posibilitara que Gimnasia se impusiese por la mínima diferencia.
    Con todo, los incondicionales fanáticos pinchas y mensanas optaron por desconocer el errático rumbo trazado por ambas instituciones y desbordar las instalaciones del Estadio Jorge Luis Hirschi. Eso sí, en determinados pasajes de la soleada tarde el folklore tribunero se tradujo en violencia explícita y en demostraciones de dudosa bravura. Como prueba cabal, el intercambio de hostilidades entre la barrabrava de Gimnasia, liderada por el tristemente célebre Marcelo Amuchástegui -alias El Loco Fierro-, y la Policía Bonaerense, tras lo que fueron aprehendidos dos iracundos miembros de las huestes triperas. Por otra parte, ya apostados estratégicamente en el centro de las cabeceras populares, las caracterizados hinchas de uno y otro equipo procedieron a exhibir trofeos de guerra capturados al enemigo en refriegas en las que los vándalos enseñan su supuesto arrojo.
     Sin embargo, la aparición en el campo de juego de los protagonistas estelares restituyó al clásico el verdadero sentido de la (sana) rivalidad. Mientras que los jugadores de Estudiantes lucían la sempiterna casaca albirroja -esto es, un declarado homenaje al fecundo cuan extinto club Alumni de los hermanos Brown (10)-, con medias al tono y pantalones negros, sus similares de Gimnasia lucieron la misma camiseta blanca con franja que los futbolistas del Mensana lucen desde 1910, combinada con shorts de idénticos colores.

                                           
                                                     


     No bien ordenara puntualmente el árbitro Juan Antonio Bava el comienzo del cotejo, pautado para la hora 16.00, el conjunto local enhebró la primera situación de peligro del match, luego de que a los 2' Raúl Heriberto Aredes asistiera milimétricamente al paraguayo Félix Ricardo Torres, quien remató totalmente desviado ante el achique del arquero de la visita, Rolando Hernán Cristante.
     Repuesto del susto inicial, el Lobo, que en principio cediera la iniciativa, propuso, una vez hubo emparejado el trámite del partido, la disputade la pelota en el medio juego, apuntalada por la solidez de su retaguardia. Así, al tiempo que la defensa tripera primaba tanto en el raso como en las alturas, la asfixiante marca de sus volantes neutralizó la gravitación, por caso, de Rubén Oscar Capria, el más talentoso valor de la escuadra dirigida por el Bocha Eduardo Raúl Flores, otro símbolo del Estudiantes de Zubeldía. Por ello, las tentativas del Pincha se limitaban exclusivamente a la infructuosa procura del cabezazo del grandote Torres, tan improductivo como el circuito de creación de su oponente, que recaía en los pies de Carlos Javier Odriozola. No es de extrañar, por tanto, la abúlica igualdad en cero con la que los equipos se marcharon al intervalo.
     De movida, el complemento pareció reproducir las instancias de la primera etapa. A los 3', el soberbio tiro libre servido por el tucumano Aredes motivó el providencial manotazo de Cristante, quien rechazó el balón al córner. Acto seguido, el adelantamiento de las líneas de Estudiantes provocó el consiguiente repliegue del adversario, hasta que los sobrepasados jugadores de Gimnasia advirtieron los huecos que en defensa generaba la tozuda determinación del León de liquidar prematuramente el pleito. De ese modo, de un contragolpe de la alineación visitante, a los 11', se produjo el momento culminante de la jornada al cometerle Juan Marcelo Ceferino Fontana infracción a Hugo Romeo Guerra, a 35 metros sobre la izquierda de la valla custodiada por el guardameta Marcelo Arturo Yorno.
     Consciente de que una eventual revés significaría el cese en sus funciones, el entrenador de los triperos, Gregorio Elso Pérez, en lugar de encargarle la responsabilidad al Vasquito Odriozola, habitual ejecutor de los tiros libres del equipo que el uruguayo dirigía, le confirió la delicada misión a uno de sus más experimentados subordinados, asimismo de formidable pegada, a quien conocía como a pocos futbolistas al desempeñarse el técnico de Gimnasia como ayudante de campo del Maestro Oscar Washington Tabárez tanto en Peñarol en la Selección Celeste.
     Exponente de la consabida garra charrúa, dentro y fuera de la cancha, al punto que se asevera que después de finalizado un fragoroso duelo rioplatense se personó en la concentración del combinado argentino con el objetivo de trompearse con un caudillo de la talla de Oscar Alfredo Ruggeri, José Batlle Perdomo no vaciló en consentir la requisitoria de su DT. No solo avalaba al Chueco haber integrado el plantel de Uruguay que en nuestro país obtuviera la Copa América 1987,  así como conformado la alineación titular del representativo cisplatino en la mundial de Italia 1990. Además, el recio mediocampista oriental ostentaba una respetable trayectoria en el fútbol europeo, merced a sus pasos por el Genoa y el Coventry City, coronados por su estreno en Betis con gol de... tiro libre en el clásico andaluz frente al Sevilla, en 1991.
     Tamaños antecedentes no podían disuadir a Perdomo de encaminar sus pasos hacia el punto de ejecución, acomodar debidamente el esférico y acariciarlo con su pierna derecha para vulnerar la resistencia de la nutrida barrera y la tenue oposición del arquero Yorno, quien, estático, solo obró de testigo privilegiado del maravilloso tanto que establecía el triunfo transitorio de Gimnasia, cuya fiel parcialidad, más que vibrar, casi acabó con los desvencijados tablones del mismísimo viejo estadio pincharrata que cimbró desde lo más hondo de sus entrañas como nunca había sucedido antes, celebraciones albirrojas a nivel continental y mundial incluidas.


                                                       
                                                       
   
      Por lo demás, la inminente conclusión del encuentro evidenció a un Estudiantes desesperado por salvaguardar su honor, aunque con la repetida fórmula que tornó infranqueable a la defensa del conjunto de Gregorio Pérez: los envíos aéreos en búsqueda del testazo milagroso de Félix Torres. Solo la falta de resolución en las réplicas impidió a Gimnasia ampliar el score antes del pitazo final del referee Bava.
     Una vez instalado en el exultante vestuario ganador, el Chueco Perdomo no se refirió a su obra maestra, sino que respaldó la permanencia de su entrenador en el cargo: "Este triunfo se lo merece Gregorio Pérez porque es un buen técnico y todos los jugadores tenemos su confianza". Al consultársele acerca de las claves del éxito logrado por su equipo, el autor del único gol de la tarde precisó: "En el segundo tiempo tuvimos más presión y por eso controlamos bien a Estudiantes, ya que cuando tomaba la pelota un contrario, enseguida lo encimaban tres de los nuestros".
     El epílogo del clásico significó para el Lobo mucho más que la ruptura del interminable maleficio de 16 años sin halago alguno en feudo enemigo. Su resonante victoria ante Estudiantes resultó el envión anímico imprescindible para abandonar los últimos puestos del campeonato y aspirar a la clasificación de la Liguilla Pre-Libertadores 1992, en la que Gimnasia resignaría la chance de acceder al máximo certamen sudamericano al caer en la final frente a Vélez (3-0en el Monumental de Núñez,  no obstante lo cual los mensanas se arrogarían aquel año el derecho a participar en la primera edición de la Copa Conmebol.
     Pese a que el saldo del tradicional enfrentamiento platense disputado el 05/04/1992 arroja datos, números y estadísticas de suma envergadura como para confeccionar una auténtica crónica deportiva, el más importante episodio acaecido en la jornada del clásico -al menos para la hinchada de Gimnasia-, al que usualmente la cobertura mediática apenas le destinaría una nota de color, siguió inmediatamente al gol de Perdomo, aunque el temblor (no, ni por asomo es una exageración de este periodista) trascendería en los medios varios días después... (continuará).


   (1) A lo largo de su existencia, Gimnasia, el club más antiguo de los que militan en el fútbol argentino, sufrió sucesivos cambios en su denominación original: Club de Esgrima, Club de Gimnasia y Esgrima, Club de Gimnasia y Esgrima de Eva Perón; hasta que en 1964 en adelante se lo bautizara como Club de Gimnasia y Esgrima La Plata.

   (2) En 1912, se produjo el primer cisma del fútbol que dividió a la AFA en ciernes en dos entidades bien diferenciadas. Luego de revistar en la Asociación Argentina de Football hasta ese año, Estudiantes se afilió a la Federación Argentina de Football, no reconocida entonces por FIFA.

   (3) El cuadro albirrojo de La Plata obtuvo las copas Adrián C. Escobar y de La República, en 1944 y 1945, respectivamente.

   (4) Estudiantes es el primer equipo de los llamados chicos en consagrarse campeón en un Campeonato de Liga AFA durante la Era Profesional.
 
   (5) Si bien el propósito de la Copa Centenario consistía en conmemorar los cien años de vida de AFA, la final en la que Gimnasia superó a River por 3 a 1 se jugó en 1994.

   (6) El Torneo B Nacional -inicialmente denominado Campeonato Nacional B- pasó a ser la Segunda División de nuestro fútbol en la temporada 1986/1987. Hasta ese momento, cumplía tal función la Primera B, en la que, Gimnasia, por caso, militó al descender en 1979 hasta 1984 inclusive.

   (7) Jorge Luis Hirschi fue jugador, presidente y socio pionero de Estudiantes. En sentido tributo a su memoria, el estadio pincharrata fue denominado con su nombre y apellido a partir de 1970. Actualmente -y desde 2007- el reducto del León platense, previa demolición, atraviesa un período de remodelación.

    (8) En el partido de ida, disputado en El Bosque, los tradicionales adversarios empataron 0 a 0. En la revancha, jugada en el Estadio Unico de La Plata, Estudiantes se impuso por la mínima diferencia.

    (9) En realidad, Vélez igualó la segunda posición con Deportivo Español. Sin embargo, el subcampeonato le fue otorgado al cuadro de Liniers por haber anotado más goles que la entidad del Bajo Flores.

   (10) El Alumni Athletic Club que en 1912 se disolvió como equipo del fútbol, retomaría la senda deportiva recién en 1951, ya como club de rugby.

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